Un mayo lleno de suspensiones para alumnos, que ya vienen con rezago

Un mayo lleno de suspensiones para alumnos, que ya vienen con rezago

Foto: Enfoque

Después de semanas de alerta, parece que la actividad del volcán Popocatépetl empieza a ceder y permite la reanudación de las actividades con normalidad. El pasado 21 de mayo fue el día de mayor intensidad con caída de ceniza, lo que provocó la suspensión de labores y hasta clases presenciales, aunque oficialmente esto ya se revirtió.

 

La secretaria de Educación Pública del estado, Isabel Merlo Talavera, anunció que los alumnos de todos los niveles volverían a las clases en sus aulas a partir de hoy 29 de mayo. Esto no fue una buena señal para los estudiantes que no están de acuerdo con esta medida; sin embargo, este mes ha sido poco productivo en el área.

 

 

Durante mayo, las instituciones educativas experimentaron varios días feriados, lo que resultó en una disminución significativa de la actividad escolar para los estudiantes poblanos. El primer día que se perdió fue el 1 de mayo, fecha en la que, como ocurre cada año, se celebra el Día del Trabajo, lo cual implica la suspensión de labores en todos los niveles educativos. Además, este día festivo fue antecedido por el viernes 28 de abril, que fue designado como Consejo Técnico, lo que resultó en un "megapuente". Sin embargo, estos no fueron los únicos momentos de descanso para las escuelas.

 

En la misma semana se juntó la conmemoración de la Batalla del 5 de Mayo, lo que supuso otro día de suspensión, además de los cientos o miles de alumnos que no tuvieron una semana normal por asistir a los ensayos previos al desfile. En menos de una semana se dieron otras dos supensiones, el 8 de mayo, el Gobierno del Estado otorgó a las madres maestras un día de descanso y, posteriormente, el 10 de mayo, Día de la Madre, se cancelaron las clases para la celebración de festivales o simplemente como otro día más de festejo.

 

No pasaron ni siquiera diez días y se dieron más vacaciones, esta vez el 15 de mayo por el Día del Maestro. Menos de dos semanas después, como cada fin de mes, se llevó a cabo la Junta de Consejo Técnico Escolar el 26, esto en medio de las clases en línea por la contingencia provocada por el volcán, sumado a las distintas circunstancias por las que algunos planteles no tuvieron clases otros días, sumando más de cinco días de asueto.

 

Sin duda fue un mes de poco aprovechamiento, lo que se suma a dos años de clases a distancia por la pandemia de COVID-19, lo que causó rezago en millones de estudiantes mexicanos. Según la Unicef, de marzo del 2020 a febrero del 2021, México fue el país de Latinoamérica y el Caribe donde las escuelas permanecieron más tiempo cerradas, con un total de 180 días, en comparación a los 158 que promediaron otras naciones de la región.

 

 

Antes de la pandemia el 80 % de los estudiantes de nivel primaria no tenían los conocimientos básicos de comprensión lectora y escritura, algo que pudo agravarse con la emergencia sanitaria, puesto que muchos no tuvieron acceso a un sistema educativo de calidad a distancia. En total, se estima que uno de cada tres niños de nivel básico se relegó al menos un año en su educación.

 

Por otra parte, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierte que el atraso que se dio en este tiempo podría prolongarse por cuatro años, esto porque no se ha hecho un diagnóstico de qué tanto se atrasaron los alumnos, acciones que sí se tomaron en otros países.

 

A pesar de que hay sustento para ejecutar las suspensiones citadas anteriormente, siguen dejando huella negativa en el desempeño escolar de los menores mexicanos. Se le llama abstencionismo crónico a la falta regular a clases y, aunque este término obedece más a la ausencia por propia cuenta, afecta del mismo modo por las suspensiones institucionales.

 

Tiene varias consecuencias según la organización “Healthy Children”, toda vez que las inasistencias constantes a la escuela repercuten en el desempeño académico de los niños, pues no dejan que se lleve el hilo de las temáticas de manera ordenada y eficaz, resultando notas bajas y poco aprendizaje, además de que suma a fomentar la deserción académica.

 

 

El ausentismo también impacta en áreas como la salud y el desarrollo personal, esto porque al no estar en las aulas, los estudiantes recaen en dedicar más su tiempo a otro tipo de actividades si no están supervisados, incluido el consumo de sustancias nocivas o adherirse a malas compañías.

 

Finalmente, a medida que se hace en niveles de educación media superior o superior, las ausencias prolongadas son negativas para el crecimiento estudiantil y, en consecuencia, a las aspiraciones de entrar en instituciones de mayor calidad o que cuando se ingresan al mercado laboral, tengan pocas esperanzas de postularse a puestos de mejor pago y crecimiento.

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