Troels Arbøll y Sophie Rasmussen profundizaron en las discusiones sobre la historia antigua de los besos y su papel en la transmisión de enfermedades. Particularmente, los investigadores estudiaron la aparición de los besos romántico-sexuales del año 2500 antes de cristo en Mesopotamia.
En su artículo "Perspective", los investigadores aseguran, el beso no puede considerarse un desencadenante biológico repentino que causa una propagación de patógenos específicos. No obstante, Arbøll y Rasmussen señalan besarse como una práctica común en la antigüedad, por lo cual mencionan que besarse podría representar una influencia constante en la propagación de microbios transmitidos por vía oral, por ejemplo el virus del herpes (HSV-1).
Dentro de su investigación, Arbøll y Rasmussen revisaron ADN antiguo, obras de arte culturales y registros médicos antiguos para mostrar que la presencia de enfermedades transmitidas por besos data de hace más de 4 mil años. Pues mencionan que el beso romántico-sexual aunque se produjo en sociedades estratificadas, puede haber tenido un efecto secundario e involuntario en la transmisión de las enfermedades.
Al igual, otras investigaciones paleogenómicas han demostrado que los patógenos comunes transmisibles mediante besos actuales estuvieron presentes en períodos históricos antiguos e incluso prehistóricos. Entre los patógenos encontrados, están el VHS-1, el virus de Epstein-Barr y el parvovirus humano B19. Finalmente, "Perspective" da seguimiento a las conclusiones de un estudio de julio de 2022 publicado en Science Advances que vinculó un cambio en los linajes de HSV-1 en humanos antiguos con la aparición del comportamiento de besos sexuales durante la Edad del Bronce. (NotiPress)