Las madres y los padres que hablan con sus recién nacidos o niños pequeños, sin saberlo, ayudan a impulsar su desarrollo cerebral, ya que los bebés que escuchan hablar con más frecuencia tienen neuronas más eficientes, descubrieron los científicos.
Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) mostró que las zonas cerebrales, responsables de procesamiento del lenguaje, albergaban una mayor concentración de mielina, la capa aislante que rodea a las neuronas y les permite enviar mensajes con mayor rapidez y eficacia.
Por ejemplo, la mielina enrollada alrededor de una neurona ayuda a la neurona a llevar más señal del punto A al punto B, reforzando su conexión con otras neuronas, explican los autores.
Se desconoce si esa mielina extra influye realmente en las capacidades lingüísticas de un niño de dos años y medio, pero los investigadores sospechan que podría tener importantes beneficios.
"Aunque todavía queda mucho por aprender sobre estos procesos, el mensaje para los padres es claro: hablen con su bebé, con su niño pequeño, con su hijo", recomienda John Spencer, psicólogo cognitivo de la Universidad de East Anglia.
El estudio publicado en The Journal of Neuroscience contó con la participación de más de 140 niños de 6 o 30 meses de edad que portaron durante tres días dispositivos de grabación de audio. En los miles de horas de grabaciones de audio recogidas, los investigadores pudieron escuchar lo que los niños oían cada día.
Entre los bebés de 6 meses, una mayor entrada diaria de lenguaje se asociaba a una menor mielinización, el resultado opuesto al hallado en niños de 30 meses de edad. Esto fue inesperado, pero como explica Spencer, el desarrollo cerebral de un bebé pasa naturalmente por etapas y en los primeros años de vida, el crecimiento cerebral parece tomar la delantera, y solo después viene la afinación de su funcionamiento y de las conexiones neuronales.
De esta manera, conforme con el especialista, hablar es tan importante a los 6 meses como a los 30, pero afecta al cerebro de forma diferente porque este se encuentra en un estado distinto. A los 6 meses, por ejemplo, es posible que oír más lenguaje retrase la mielinización y facilite el crecimiento del cerebro. Sin embargo, por ahora no son más que especulaciones, advierte Spencer.
Asimismo, otros científicos también confirman que la exposición al lenguaje es importante para el procesamiento del lenguaje, el vocabulario, la gramática y el razonamiento verbal del niño. Sin embargo, aún se desconoce cómo se traducen estas habilidades en procesos cerebrales.
"Aún no está claro si una mayor mielinización en estas áreas es significativa para el futuro desarrollo lingüístico o cognitivo, o si se trata de un patrón estable a lo largo de la infancia", opina Saloni Krishnan, una neurocientífica británica que no participó en la investigación.
No obstante, ya está claro que a las pocas horas de nacer, los cerebros de los bebés muestran signos de que ya están aprendiendo los sonidos del lenguaje. Y el "habla de bebé" se asocia con una mejora de las habilidades lingüísticas a largo plazo, por lo que se necesita más investigación para entender cómo se traducen esos cambios estructurales en el aprendizaje del lenguaje.