Este 19 de abril el Senado entregó la máxima condecoración, la medalla Belisario Domínguez, a la escritora, periodista y activista Elena Poniatowska, lo cual se vio manchada por las peleas y señalamientos por conflictos políticos entre los legisladores. Estos actos se han convertido en una escena recurrente desde que Morena es mayoría en el Senado.
Los debates en el Senado han dejado de lado las cuestiones políticas, la propuesta de planes en favor de México y la creación de diálogos, priorizando los insultos, las diatribas y los blofeos, sin mencionar que se frenan los trabajos en la cámara alta.
Un ejemplo reciente ocurrió el 29 de marzo, durante la participación de la senadora Lilly Téllez, quien había condenado la muerte de los 39 migrantes que estaban bajo el resguardo del Instituto Nacional de Migración (INM); en medio de su discurso, el presidente Alejandro Armenta la interrumpió.
Su interrupción, que no fue clara, fue contestada por la senadora con un:
-“No se aceptan comentarios".
- Armenta: "Yo voy a seguir haciendo uso de la palabra porque estoy en mi derecho".
Lily Téllez acusó al morenista de abusar de su puesto como presidente del Senado y le pidió, casi a gritos: "respete mi tiempo porque esta es mi tribuna, es mi tiempo y tengo derecho, no sea cobarde, Alejandro". Esta confrontación terminó con dimes y diretes entre ambos legisladores.
Durante décadas, un único partido gobernaba México, sin oposición, no necesitaba discursos para persuadir; más bien, eran meramente informativos, pues no había una oposición lo suficientemente fuerte para que se buscará conquistar a un electorado.
La mayoría de Morena en el Senado en teoría era el ingrediente necesario para un debate político y democrático entre fuerzas que buscan el bien del país, aunque esto quedó en un mero deseo.
El 12 de noviembre de 2019, tras seis horas y media de mociones para la reposición del proceso de designación, Rosario Piedra Ibarra rindió protesta en el pleno del Senado como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Piedra Ibarra asumió el cargo entre protestas, pancartas de rechazo y jaloneos entre morenistas y el senador Gustavo Madero Muñoz, del Partido Acción Nacional, este último fue captado por cámaras forcejeando con la senadora Citlalli Hernández y la presidenta del Senado, Mónica Hernández. Tras el altercado fue señalado como un provocador y golpeador.
“En mi derecho de manifestarse pacíficamente en contra de la designación ilegal e inmoral de Rosario Piedra para la @CNDH solo vs 15 senadores de @PartidoMorenaMx me tumbaron al suelo y tratan de tergiversar diciéndome violento!”, respondió el panista en redes sociales.
Otro de los enfrentamientos más recordados ocurrió el pasado 4 de octubre, durante el debate sobre la prolongación de las tareas policiales del Ejército hasta 2028, un tema de suma preocupación para los mexicanos, que se vio opacado por las diferencias entre legisladores.
La primera en arremeter fue la panista Lilly Téllez, quien desacreditó al secretario de Defensa al decir: “Habla como chairo”, después llamó “bola de corruptos” y “hienas” a los senadores del partido morenista. La senadora Lucía Trasviña bajó de su escaño para plantarse delante del atril y exigir respeto a la panista, quien sólo respondió: “Eres una corrupta. Estás encubriendo al crimen organizado”.
Pero el asunto se descontroló cuando la morenista Rocío Abreu tomó la palabra y arrancó diciendo que no aceptaba “señalamientos de una persona que tiene una doble moral y una cola qué bueno”. Añadió: “aquí viene hablar de moralidad cuando todos sabemos que es una mujer de ligerezas” y para rematar: “cada cual tiene derecho a acostarse con quien quiera, pero yo no tengo la culpa de que ella se haya acostado con medio TV Azteca”, con relación al pasado profesional como locutora de la senadora.
En efecto, en el Senado mexicano hay de todo, menos política.