El Primer Simulacro Nacional del año tendrá lugar el miércoles 19 de abril, de acuerdo con la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC). Este ejercicio, de rutina para la mayor parte de la población, fue instaurado tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985, el más mortífero en la historia del país.
En la costa del Pacífico convergen cinco placas tectónicas, cuya interacción y hundimiento provocan terremotos que ponen en riesgo a más de 33 millones de mexicanos, aunque más del 80% de los sismos de magnitud 3.5 o mayor que ocurren en México se producen en Michoacán, Guerrero y Oaxaca, de acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Tras registrar un sismo de 8.1 grados, en 1985, que cobró la vida de más de 10,000 personas, de acuerdo con los conteos de organizaciones civiles, se optó por dar inicio a los simulacros, ensayos que nos permiten identificar qué hacer y cómo actuar en caso de una emergencia.
A la par, el gobierno de la Ciudad de México financió la puesta en marcha de un grupo de doce sensores sísmicos sobre la brecha de Guerrero con el objetivo de alertar a la capital sobre cualquier movimiento de las placas que pueda generar un sismo de gran magnitud. Desde entonces, el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (Sasmex) comenzó a crecer hasta alcanzar 97 sensores distribuidos a lo largo de la costa del Pacífico.
Estos simulacros forman parte de los programas internos de protección civil en los inmuebles y tienen el propósito de probar la eficiencia de los planes de emergencia para crear y fomentar hábitos de respuesta. Lo verdaderamente relevante de hacer simulacros es que debe quedar claro cómo se debe actuar, dependiendo del lugar donde nos encontremos.
Algunas otras ventajas de practicar simulacros son el permitir comprobar con anticipación si las acciones que se han alistado son eficientes, así como mejorar la preparación para actuar ante una emergencia o desastre fomentando la cultura de la protección civil.
Los sismos del 19 de septiembre
En 1985, 2017 y 2022, el país registró sismos de gran magnitud que, de forma asombrosa, coincidieron con el mismo día. Expertos del Servicio Sismológico Nacional (SSN), operado por la UNAM, y del Servicio Mareográfico Nacional señalan que los temblores que se han registrado los 19 de septiembre son una “desafortunada coincidencia”, pues los movimientos telúricos de las placas tectónicas no se pueden predecir.
El sismo de 2017 se registró luego de que se llevó a cabo un mega simulacro, organizado por autoridades federales en el marco de la conmemoración del sismo de 1985. El objetivo era preparar y concientizar a las personas sobre las rutinas de acción.
El sismo se programó a las 11:00 de la mañana y a las 13:14 horas, un sismo con magnitud 7.1, con epicentro al noroeste de Chiautla de Tapia, en Puebla, sacudió varios estados de México. Los datos después del desastre indicaron 228 muertes en Ciudad de México, 74 en Morelos, 45 en Puebla, 15 más en el Estado de México, 6 en Guerrero y un deceso en Oaxaca.
El 2019 de septiembre de 2022 se vivió la misma suerte. En aquella ocasión, con cinco minutos de diferencia, se registró un sismo de 7.7 grados. El gobierno federal informó sobre el fallecimiento de dos personas y reportó a 10 más lesionadas, mientras los estados más afectados fueron Colima y Michoacán.