Como parte del entrenamiento para los nuevos integrantes del cuerpo policial en el estado de Sonora, una de las instructoras roció con gas lacrimógeno a los cadetes de la academia. El hecho fue criticado por la viralización del video en redes sociales, donde se escucha a los nuevos reclutas llorar y gritar por ayuda mientras sufren los efectos del gas.
La trabajadora del Instituto Superior de Seguridad Pública fue suspendida por la severidad del acto. En el video, se ve que otros integrantes de la academia recomendaban a los nuevos reclutas respirar por la boca y guardar la calma mientras la instructora seguía suministrando el gas directo a sus caras.
Finalmente, Ellioth Romero, del Centro de Capacitación para la Policía Estatal, declaró en sus redes sociales que no estaban de acuerdo en el uso que se le dio al gas y anunció la suspensión de la instructora por no seguir las prácticas adecuadamente. Si bien esta es una situación anómala y de acciones negligentes contra los aspirantes a entrar en una corporación policial, surge la duda de cuál es el entrenamiento correcto para los nuevos trabajadores de seguridad.
En el país está vigente la Ley General del Sistema de Seguridad Pública, en el que se enlistan los requisitos iniciales para aspirar a ser policía. Lo primero es ser mexicano de nacimiento con pleno uso de sus derechos civiles de 18 a 40 años. En cuanto al estatus legal, no debe haber historial de condenas por homicidios dolosos ni estar en medio de un proceso penal, además de tener acreditado el servicio militar.
Los estudios necesarios son de educación media superior concluida, o superior, dependiendo el área a la que se quiera entrar. Hay que cumplir con un perfil físico, médico y de personalidad que pidan las agencias correspondientes. Luego hay más controles de confianza y pruebas para detectar el uso de sustancias sicotrópicas, así como no padecer alcoholismo.
Puntualizando en algunos aspectos, el físico que se pide para ingresar a las fuerzas es tener una estatura mínima de 1.55 metros para mujeres y 1.65 para hombres. A fin de no poner en riesgo la integridad física de las personas, se debe cumplir con normas como el índice de masa corporal recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 18.5 a 30 puntos.
Por otro lado, también se aplican los controles de confianza y exámenes teóricos de formación que deben ser aprobados. En caso de no hacerlo, se corta y da por concluido el proceso.
En Puebla, la formación para los jóvenes aspirantes consiste en un tiempo de seis meses donde pasan dos a tres semanas en el curso de inducción, viviendo en el recinto de la Academia de Formación y Profesionalización. Esto sirve para determinar quienes tienen la vocación de servicio para este tipo de trabajo, por lo que muchos terminan declinando.
Las mujeres no tienen permitido el uso de maquillaje y diariamente todos se deben apegar a la disciplina de horarios en cuanto a entrenamientos y cursos de formación en derechos humanos, desarrollo motriz y ética policial, sumado a un estricto control de higiene personal.
Para familiarizarse y aprender el uso de armas de fuego, se llevan a cabo trabajos para el entrenamiento de tiro y reconocimiento de armamento. Por otra parte, en el trabajo deportivo, los nuevos elementos no deben descuidar su condición física, ya que con regularidad se les exige estar en movimiento y ejercitándose.
El 15 de febrero de este año en la Ciudad de México se anunció la implementación de uno de los sistemas de entrenamiento más innovadores del país. Se trata del Centro de Entrenamiento de Realidad Virtual para capacitar a la policía capitalina con alta tecnología.
El centro se apoya con el uso de 100 cámaras de captura de movimiento, 15 tipos de armas de fuego cortas y 15 tipo rifle. A esto se suman accesorios y equipo que sirven para la capacitación en rastreo. Se presume que es el primero de su clase en América Latina, pues antes solo había tres en Estados Unidos y uno en Israel. Se espera que con esto se entrenen más de 28,000 integrantes y, aún con el apego a lo tecnológico, no dejar de lado la perspectiva de respeto a los derechos humanos.
También en algunas academias como la Universidad de la Policía Capitalina se instruye a los reclutas en diversas artes marciales. Boxeo y jiu-jitsu son las disciplinas que se les enseñan para el enfrentamiento en caso de ser necesario.