Como humanidad logramos que las máquinas piensen y ahora son más inteligentes que la población promedio. Esto es la quinta revolución científico-tecnológica que abre formalmente el periodo trans-humanista. La vida como hoy la conocemos se transformará vertiginosamente. ¿Qué significa todo esto y porque está causando miedo hasta para los propios tecnólogos?
A finales del mes pasado se hizo pública una carta con la firma de más de mil expertos en tecnología, entre ellos el hombre más rico del mundo, Elon Musk. La misiva solicita a todos los laboratorios del mundo suspender sus trabajos de desarrollo en torno a la Inteligencia Artificial (IA) mientras se reflexiona sobre el impacto real y las implicaciones éticas y humanas.
La gota que derramó el vaso se llama “ChatGPT” que se lanzó como una “OpenAI”, es decir una tecnología gratuita. Su especialidad es el diálogo, es un bot muy elocuente capaz de conversar de forma brillante y por eso es utilizado por muchas personas de diferentes formas: los estudiantes lo han usado para que resuelva sus tareas y exámenes; los abogados, para construir sus argumentos de demanda y defensa; los científicos, para escribir artículos de investigación; incluso en el cine está redactando los guiones de las siguientes películas. La máquina llegó al grado de inteligencia creativa y con el conocimiento que encuentra en la web (que es casi infinito) es capaz de construir cualquier texto lo que la hace muy superior a un humano y como vemos su uso dista de prácticas éticas.
La IA tiene su antecedente en las investigaciones científicas en el campo de la informática y la neurobiología que lograron identificar los procesos de inteligencia que suceden en el cerebro humano para reproducirlos en una máquina. Destacan los trabajos pioneros del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y de Alan Turing, que vaticinaban que algún día una máquina pensaría por sí sola. A finales de los años cincuenta se utilizó por primera vez el término “Inteligencia Artificial” pero se veía muy lejano que eso ocurriera.
Reproducir el funcionamiento del cerebro en una máquina no significa que siga ordenes como las computadoras que tradicionalmente conocimos, literalmente son inteligentes, a partir de un algoritmo primario evolucionan y alcanzan un conocimiento superior, interactúan con el medio y toman decisiones.
La primera IA aparece en 1997, desarrollada por IBM fue nombrada Deep Blue y se hizo famosa por ganarle una partida de ajedrez al campeón mundial Gari Kasparov. En 2011, Watson, también de IBM, ganó el famoso concurso televisivo de preguntas Jeopardy! También en ese año se presentó Siri y en 2014 Alexa como superasistentes inteligentes capaces de resolverlo todo. Su fama corrió cuando se demostró su elocuencia para resolver acertijos que los usuarios les ponían o para responder preguntas intrigantes sobre ellas mismas.
Siri puede ser un ejemplo para comprender mejor los alcances de la IA. Sale de fábrica con una programación inicial, general para todos, después empiezan a aprender, saben dónde vives, donde trabajas, se aprenden tus rutinas y a los pocos días te proponen rutas más cortas para ir de tu casa al trabajo, te cuentan el tiempo que pasas en navegación, escuchan tus conversaciones y detectan necesidades que se traducen en sugerencias, por ejemplo, donde comer, que película ver, productos en promoción y una larga lista de etcéteras. ¡Las máquinas aprenden! Algo que era exclusivo del humano, ya no lo es.
Además, aprenden mejor que el humano y esta tecnología está al alcance de nuestra vida cotidiana. Tenemos traductores, automóviles a conducción autónoma, cajeros en bancos y supermercados, meseros, presentadores de noticias, profesores de nivel básico, reclutadores y seleccionadores de personal, asistentes de servicio al cliente, asesores financieros, contadores, en fin, son una serie de ocupaciones que ya son sustituidas por la IA. Y entonces surge el temor ¿desaparecerán los empleos?
Un viejo debate en Economía defiende la tesis de que la tecnología no crea ni destruye empleos, sólo los transforma. Esta misma preocupación se presentó desde la 1ª Revolución industrial, con la máquina de vapor y ahora en la 5ª con la IA que también se conoce como transhumanista porque convivimos con máquinas que se asemejarán más a los humanos. ¿Nos quitarán el empleo? No hay hasta ahora una tendencia estadística clara como se ve en la gráfica siguiente donde se muestra la participación de la población económicamente activa (PEA), personas mayores de 15 años que estás disponibles para trabajar.
Las personas pueden retirarse del mercado laboral durante una crisis porque ya no encuentran empleo como ocurrió en México en los años ochenta. En Canadá y Estados Unidos la curva ya tiene pendiente negativa, pero en Alemania es positiva y en México y Noruega es estable.
Elaboración propia con datos de Banco Mundial
Entonces, no es el empleo una preocupación real sobre la IA, sino la falta de gobernanza informática, los protocolos de seguridad, la incapacidad de la IA de desarrollar pensamiento crítico, pero sobre todo las brechas entre países pobres y ricos que se acentuarán aún más. En la siguiente semana explicaremos estos temas.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
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