!["Se compran colchones, tambores, refrigeradores…", ¿y luego qué hacen con ellos?](https://imagenpoblana.com//medios/diario/20230329/244122_large.jpg)
Todos hemos escuchado alguna vez la famosa camioneta que va comprando “colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras…”, y que se ha vuelto parte de la cultura popular en Puebla y una muestra del folklore México, pero ¿qué hacen con todo lo que recolectan? ¿Sigue siendo una actividad redituable?
La gente a bordo de este tipo de camionetas se encarga de comprar cualquier artículo que ellos puedan revender a grandes centros de reciclaje; sus principales adquisiciones pueden ser puertas de fierro, varillas de construcción, ventanas de aluminio, computadoras, refrigeradores o lavadoras descompuestas, barandales y mucho más.
Todos estos materiales son desmantelados para separarlos y clasificarlos, después lo llevan a otras plantas de reciclaje para venderlo. Y es que este negocio ha existido durante muchos años y es uno de los más comunes debido a que la compraventa de residuos requiere de menor inversión comparado a otros negocios.
Este último punto es solo para conocedores pues hay materiales más rentables como el PET o el cartón, aunque estos suponen un mayor volumen debido a su poco peso. A finales de 2022, el cartón se vendía a 1.20 pesos por kilo o 1,200 pesos por tonelada al menudeo.
Por otro lado, el kilo de PET que se compone en promedio de 40 botellas, ronda los 4.50 y 5.00 pesos, aunque el precio de este material es volátil y depende principalmente de la limpieza para que los grandes centros de reciclaje lo paguen a buen precio. Bajo este escenario, los recolectores de residuos pueden generar un ingreso diario que va entre los 300 pesos hasta los 8,000.
Los mejores ingresos provienen de la recolección de metales, aquí entran en juego los colchones, fierros viejos, refrigeradores y otros electrodomésticos de gran tamaño, todos estos objetos deben ser desmantelados para poder dividir sus componentes y separarlos por tipos de metal.
Esto requiere de un proceso más complejo pues se llegan a necesitar enormes máquinas que se encargan de triturar, fundir y purificar el material, por ende, su compra llega a ser más cara y el precio puede variar dependiendo de la pureza y el tipo de material como el cobre o hierro.
En Puebla, este tipo de trabajos ha creado conflictos con las autoridades. En octubre del año pasado se aprobó la regulación de los pepenadores por parte del Ayuntamiento de Puebla, específicamente en el capítulo 19 del Código Reglamentario Municipal (Coremun), en las que se establece que cualquier persona que lleve a cabo pepena deberá contar con autorización del Organismo Operador de los Servicios de Limpia (OOSL) y portar el chaleco y la credencial que se les otorgará para identificarse, de lo contrario serán sancionados con multas de hasta 962 pesos.
En ese entonces, la coordinadora del OOSL, Myriam Arabian señaló que, en la capital, se habían identificado 1,600 recolectores de residuos de los cuales, 400 ya han sido capacitados por el organismo para mejorar su actividad y laboran en 15 colonias de Puebla. Sin embargo, la regulación afecta a pepenadores que manejan pocos volúmenes de reciclaje pues sus ingresos suelen verse más limitados y pagar alguna multa sería un trabajo difícil, además de señalar que los únicos beneficiados son los liderazgos que existen en el gremio del reciclaje.