El tercer martes de cada marzo se conmemora el Día Internacional del Trabajo Social. Esta labor no es siempre una de las más reconocidas y su importancia en la sociedad no es algo destacado, ni mucho menos bien remunerado, pues está catalogado como una de las profesiones con peor paga en el país.
Este día se instauró desde el 2008 en la Asamblea Mundial en Salvador de Bahía (Brasil), y el objetivo es darle visibilidad a la labor y el compromiso de quienes contribuyen a buscar soluciones en comunidades para mejorar las condiciones de vida de las personas. A su vez, en este día se pretende que las organizaciones tengan una mejor forma de distinguir a los profesionistas que buscan el cambio colectivo.
Este rubro está ligado con la búsqueda del bienestar entre los sectores de la sociedad menos favorecidos, quienes no siempre son atendidos por las instancias gubernamentales correspondientes. El trabajo es importante porque no solo se abarca desde la perspectiva de quienes lo planean, los trabajadores, sino que pretende involucrar a todos los sectores para que las soluciones sean más certeras y apegadas a las necesidades de la comunidad. Siempre se buscará escuchar y comprender a la gente para apoyarlos.
El objetivo principal no está solo en laborar sobre problemas que ya existen, sino que también se busca evitar conflictos y crisis colectivas. De igual forma, se indaga en nuevas vías de comunicación que fomenten la transformación social.
Hay ejemplos de cómo la intervención social entre distintos grupos ayuda a mejorar en zonas donde no se tiene acceso a asistencias de salud, educativos o para llevar servicios básicos como agua y electricidad, o bien, para rehabilitar espacios públicos que sirvan para la recreación y el esparcimiento en una localidad.
Las labores de los trabajadores sociales son amplias, ya que la resolución de conflictos implica diversidad de tareas. Algunas de ellas son la investigación para evaluar leyes, proyectos y programas sociales que tal vez no están dando soluciones. También se empeñan en fomentar el diálogo y la mediación para servir de gestores entre grupos sociales que presentan diferencias o precisan expresar sus necesidades.
Prevenir es una tarea más de estos profesionistas, pues requieren conocer a profundidad el contexto de la población para saber que tópicos tratar en el desarrollo de sus proyectos de intervención. El trabajo de docencia también es menester, puesto que se tienen que compartir conocimientos y técnicas que mejoren la vida en comunidad.
Después de recabar datos y escuchar a los pobladores, viene la planificación, donde el trabajador concretará los objetivos del proyecto. La ejecución es otro quehacer, quizá el más relevante, porque la implementación exige la participación del grueso de los pobladores, y se debe coordinar para que los resultados sean más tangibles y que generen beneficios reales.
Pese a todo el trabajo que necesita, no es un área que pague bien. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), lo coloca como la tercera carrera con peor paga en México. Quienes se desempeñan en este sector tienen ganancias promedio de 8,575 pesos al mes.
Según el instituto, hay al menos 155,376 trabajadores sociales de formación, lo que representa el 1.1% de las personas que cursaron una carrera. Esto la convierte en el número 29 en demanda por personas. Si bien no es la mejor pagada, el desempleo es bajo, con 95.3% en la tasa de ocupación, aunque el 30.7% de ellos se desarrolla en la informalidad.
Los ingresos pueden ser mayores si se cuenta con posgrado, ya que el IMCO informa que quienes cuentan con algún grado superior a la licenciatura perciben 17,678 pesos mensuales.