Después de la muerte de la menor, Norma Lizbeth, quien era víctima de bullying, a manos de una de sus compañeras de escuela, el maestro y sicólogo Cirilo Salas Hernández, aclara cuales son las raíces de esta problemática, pues afirmó que el papel de autoridad de los profesores, dirigentes educativos, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el de los padres de familia, se han visto desplazados por las nuevas normativas emitidas por la secretaría.
En entrevista para Imagen Poblana, el docente condenó los hechos ocurridos en la Secundaria Oficial 0518 Anexa a la Normal de Teotihuacán, en el Estado de México. Para Salas Hernández, estas conductas son el producto de que la SEP ha restado autoridad a las escuelas y docentes, pues las nuevas políticas han relajado la disciplina dentro de los centros educativos.
Afirmó que no hay reglamentos nacionales o locales que constaten la disciplina aplicable a las escuelas, sumado a que ahora los institutos tienen prohibidas las restricciones al alumnado, puntualmente en situaciones como la portación de uniformes, corte de pelo o entradas al plantel, “no les pueden limitar ni el vocabulario porque se habla de que les están limitando sus derechos humanos”, dijo.
Salas explicó que con estas acciones no solo se quita facultades a los docentes, sino a los directivos, quienes tienen que recurrir a trámites burocráticos para algún operativo de inspección que sirva para prevenir conductas nocivas.
Anteriormente se contaba con reglamentos en las escuelas, pero ahora se han cambiado por lo que él llama ”acuerdos de convivencia escolar”, que no es igual a un reglamento de conducta, pues es de carácter opcional. Indicó que estas condiciones son contradictorias a las necesarias para mejorar el tejido dentro de las instituciones. Señaló que se pide a los maestros instruir orden, control y disciplina, pero se sanciona a quienes incurren en medidas de prevención.
A su criterio, las medidas que se deben recuperar son las que exigen al alumno estar en una escuela con normas como el uso de uniforme, con lineamientos de vestimenta y apariencias. Por parte de los tutores, debe reivindicarse la responsabilidad de acompañar a los hijos en los transcursos de crecimiento. Finalmente, como docente, facilitar los procesos dentro de aprendizaje y supervisar con firmeza las normas de convivencia dentro de los planteles.
Asimismo, aclaró que las familias tampoco asumen su rol como formadores y prefieren que esto se aborde en las escuelas, “lo único que tienen es como prevenir, pero si no hay ayuda de los padres de familia, si no cumplen su función de responsabilidad de acompañamiento con sus hijos, yo creo que los problemas se están generando en una pérdida de valores desde el hogar”, manifestó.
Para él, las dependencias educativas están en una posición donde no quieren asumir su responsabilidad de implementar políticas que recuperen los valores perdidos en la sociedad. Denotó que, si esto continúa, las instituciones seguirán desprotegidas y sin ley, más allá de la voluntad del personal docente y directivo, todo por causa de las medidas que la SEP no ha ejecutado.
Nuestro entrevistado acusó que, en el caso de Norma Lizbeth, se dio a notar la falta de acompañamiento de la SEP en casos de bullying. Hoy la gran señalada es la directora de la secundaria, pero la secretaría no dicta cómo manejar estas situaciones. Insistió en que, si los maestros o la directora hubieran recurrido a levantar un recurso legal contra la agresora, esto sería mal visto, ya que la autoridad superior no cumple con sus labores de prevención.
¿La reclusión de la menor sirve para corregir estas conductas? Cirilo Salas apunta a que se debe trabajar en primera instancia con las familias, de la agresora y la víctima, además es necesario saber cómo la SEP está coadyuvando para reparar la situación. A raíz de esto, aseguró que se debe construir una nueva normativa a nivel nacional para evitar que estos hechos se repitan.
Este suceso se dio a conocer principalmente por los videos de la agresión física en redes sociales. Estos espacios digitales se han convertido en nuevos lugares donde los jóvenes se enfocan más en llamar la atención, que en usarlos como herramientas educativas o de estudio.
Antes de esto también se dio a conocer el caso del estudiante de una preparatoria del Tecnológico de Monterrey, quien cansado de los abusos y burlas, amenazó a uno de sus agresores con una navaja en un salón de clases.
¿Cómo trabajar en estos escenarios? Salas explicó que hay un vacío existencial que deriva en que la autoestima de los jóvenes se vea disminuida y se sientan más vulnerables ante ciertas situaciones que en otras generaciones no eran marcadas como insultos o burlas. Enfatizó en esto como un problema generacional y que debe revertirse como un asunto de atención en los núcleos familiares.