El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a mostrar el músculo que tiene su movimiento y lo utilizó en la celebración del 85 aniversario de la expropiación petrolera, conmemoración que quedó desvirtuada solamente con el fin de competir con la marcha en contra del Plan B de la Reforma Electoral que se hizo hace tres semanas.
Y es que la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador ante las dos movilizaciones de la sociedad civil para demostrar su descontento en contra de la Reforma Electoral y el Plan B de la misma, ha sido convocar a sus simpatizantes a movilizaciones que están marcadas por un evidente tinte oficialista.
La marcha con causa
El pasado 26 de febrero, más de 100,000 personas salieron a manifestarse tan solo la Ciudad de México, mientras que otros miles los hicieron en otros estados de la República, con la finalidad de protestar en contra del llamado Plan B de la Reforma Electoral, el cual tiene como fin modificar los estatutos y el presupuesto que recibe el Instituto Nacional Electoral.
Esta reforma ha traído consigo múltiples implicaciones, pues si bien ha logrado avanzar legislativamente por la mayoría que tiene Morena, tanto en el Senado como en el Congreso de la Unión, los partidos de oposición han promovido solicitudes de inconstitucionalidad para que esta sea declarada nula.
La marcha en defensa del INE también sirvió para que muchas personas que están en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador pudieran salir a las calles a protestar, pues si bien el mandatario tiene un nicho muy fiel de seguidores, también cuenta con detractores que no están de acuerdo con su política.
En sus más de cuatro años de gobierno, la política interior de Andrés Manuel López Obrador se ha centrado en dividir a la gente y señalar a sus detractores con adjetivos como fifí, conservadores y traidores de la patria, situación que para más de una persona resulta ofensiva, pues consideran que el presidente debería de gobernar para todos y no solamente para aquellos que lo apoyan.
La contramarcha oficial
Al igual que lo hizo con la marcha que se organizó a finales del 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió a la protesta del 26 de febrero convocando a una mega movilización para “conmemorar” el 85 aniversario de la expropiación petrolera, es decir, el 18 de marzo.
Hasta ayer, nunca se había hecho una manifestación, marcha o caminata para conmemorar esta fecha, pues únicamente se hacían actos simbólicos para rememorar la expropiación petrolera de 1938 que impulsó el entonces presidente Lázaro Cárdenas.
La fecha terminó por servir a la administración lopezobradorista para concentrar la mayor cantidad posible de simpatizantes en la plancha del zócalo, de los cuales muchos llegaron de diversos estados a bordo de camiones que, según la oposición, fueron pagados con dinero público para trasladar a los llamados acarreados.
Una vez que se logró llenar el Zócalo, el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió su discurso que, más allá de señalar a la oposición, sirvió principalmente para posicionarse sobre una posible injerencia de los Estados Unidos en la seguridad del país, esto tras el secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos en Tamaulipas.
A diferencia de la marcha en defensa del INE, que tenía un fin y que era el posicionarse frente a una iniciativa el gubernamental, la manifestación de ayer solo tuvo un objetivo revanchista y terminó por desvirtuar la verdadera conmemoración de la expropiación petrolera, pues terminó sirviendo para los fines políticos del presidente.
Por parte de la oposición, hubo varias críticas en redes sociales no solamente por la presencia de los supuestos acarreados, sino porque varias opiniones aseguran que la concentración de personas fue menor que la que logró la marcha en defensa del INE y en contra del plan B de la Reforma Electoral.
La realidad es que ambas movilizaciones, tanto la convocada desde el poder hasta la organizada por la oposición, tienen un significado especial para medir la convocatoria que tienen los principales grupos políticos de cara a la elección del 2024, pues si bien Morena ya tiene tres perfiles fijos para determinar su candidatura, la oposición aún sigue buscando una carta fuerte que haga frente.