Las ondas sísmicas sugieren que nuestro planeta en su centro tiene una cámara secreta. La importancia del núcleo de la Tierra es de gran interés para la ciencia dado que esta proporciona el campo magnético que nos protege de las partículas cargadas y la radiación solar.
"Comprender cómo evoluciona el campo magnético es extremadamente importante para la vida en la superficie de la Tierra", explica Hrvoje Tkalcic, sismólogo de la Universidad Nacional de Australia en Canberra.
El centro del planeta Tierra tendría dos capas independientes con una longitud total de 6.600 km, la parte más interna sería sólida y se encontraría anidada por una capa externa liquida compuesta principalmente por hierro. El hallazgo del núcleo más interno se dio como resultado del seguimiento de ondas sísmicas que rebotaban de un lado a otro a través del interior.
El monitoreo durante la última década de las ondas producidas a nivel global de aquellos terremotos que iban desde la magnitud seis entregaron datos invaluables sobre la estructura del núcleo. De los aproximadamente 200 sismos analizados, 16 eventos generaron ondas sísmicas detectables que repercutían a través del núcleo interno varias veces.
A partir de lo que señala la teoría científica, el campo magnético de la Tierra es el resultado de la interacción entre las dos cámaras del núcleo central, como cuál danza arremolinada, en donde parte del fluido rico en hierro que circula en el núcleo externo se enfría y cristaliza para dar forma al centro sólido. Los especialistas especulan que estos movimientos comenzaron hace 565 millones de años, solo una fracción de los 4.600 millones de años de vida de la Tierra.
La danza del núcleo se ha debilitado de vez en cuando, pero sus cambios se conservan en las rocas por medio de diminutos granos magnéticos. Estos datos sugieren que los polos magnéticos del planeta han cambiado muchas veces a lo largo de los años, lo cual debilita temporalmente la densidad de flujo. A medida que más y más cristales se enfríen, la danza eventualmente se ralentizará y se detendrá, apagando el campo magnético del planeta dentro de millones o miles de millones de años.
Diferentes tipos y estructuras de minerales, así como diferentes cantidades de líquido en el subsuelo, pueden cambiar la velocidad de las ondas sísmicas que viajan a través de la Tierra, ofreciendo pistas sobre la composición del interior. Fue recién en 2002, cuando los investigadores notaron que las ondas sísmicas que viajan a través de la parte más interna del planeta se movían un poco más lentamente y la explicación que dieron es que había una diferencia en la estructura del cristal, o un corazón oculto, que podría ser un tipo de remanente sobre la formación temprana del núcleo.
Desde entonces, Tkalcic y otros han estudiado detenidamente los datos sísmicos y encontraron líneas de evidencia independientes que ayudan a respaldar la idea de un centro aún más interno. Las ondas sísmicas reverberantes, descritas el 21 de febrero en un estudio publicado en Nature Communications, también muestran una desaceleración y son la evidencia más fuerte hasta ahora de que existe este corazón oculto.
Usando esos datos sísmicos, Tkalcic y el sismólogo Thanh-Son Pham, también de la Universidad Nacional de Australia, estiman que la parte más interna tiene aproximadamente 600 km de ancho, o quizás la mitad del diámetro del núcleo interno completo. El equipo de investigadores también pudo evaluar la dirección de las ondas más lentas a unos 50 grados en relación con el eje de rotación de la Tierra, proporcionando más información sobre la región.
La fuente exacta de la desaceleración de la onda no está clara, precisa Tkalcic. El fenómeno podría estar relacionado con la estructura de los cristales de hierro que pueden estar posicionados más hacia el centro. O se debería a una alineación de cristal diferente causada por algún evento global de hace mucho tiempo que cambió la forma en que los cristales del núcleo interno se solidifican a partir del núcleo externo.
El sismólogo Paul Richards del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia en Palisades, Nueva York, expresó que los investigadores han hecho una contribución invaluable que ayudará a los científicos a estudiar el centro del planeta de nuevas maneras.