México se distinguió en un estudio de World Stadistics como uno de los países cuya población se levanta más temprano y, al mismo tiempo, de los que más laboran con jornadas largas; no obstante, esto no se ve reflejado en productividad, comparado con los países que rinden más y no comparten estas costumbres para iniciar labores.
En dicho análisis, se revisaron los hábitos de los trabajadores para iniciar sus labores diarias, y se descubrió que México es uno de los países que salen de la cama más temprano, siendo el promedio a las 7:00 horas, en contraste con otras naciones que despiertan después de las 8:00. Solamente Indonesia (6:55), Costa Rica (6:38), Colombia (6:31) y Sudáfrica (6:24) superan en el rubro.
Por otra parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) relata que estas situaciones no se traducen en mejor rendimiento de los trabajadores. Según esta organización, México es el país que más pasa tiempo en espacios laborales en el mundo, siendo en total 2,137 horas al año por cada persona de la población productiva.
El PIB por hora trabajada es una medida para determinar qué tanto aportan los empleados a la productividad de una nación con el tiempo que destinan a laborar. En este sentido, México ha decaído entre los años 2001 a 2021, situándose en el último puesto, solo contribuyendo con 22 dólares por cada hora.
Estos datos se contraponen a lo visto con países como Irlanda, cuyos obreros pasan 1,772 horas trabajando y aportan 110 dólares por cada una, además la gente se levanta a las 7:50.
¿Qué hace diferente a otros países de México? Aquí se cuenta con población de más de 128 millones de personas, de las cuales 60 millones son productivas, de acuerdo con los sondeos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La OCDE ha establecido normas para mejorar el área en México, en las que señalaba un peligro en la falta de seguros de desempleo y la necesidad de implementar mayores medidas de protección social para los trabajadores. De igual forma, se indicó que las tasas de desempleo entre las personas de 20 a 64 años son mayores al promedio del organismo.
Asimismo, puntualizó en que hay rezago en distintos sectores, como el de la población pobre, quienes solo tienen acceso al 40% de los empleos en varones, haciendo difícil que se dé el progreso en los grupos menos favorecidos. En la misma línea, la brecha salarial de género sigue latente, pues hay diferencia de 12.5% de los ingresos medios entre hombres y mujeres en trabajos de tiempo completo.
Hay ejemplos de cómo otros países se han empeñado en mejorar las condiciones en que se labora, para que así sea menos necesario pasar tanto tiempo en las áreas de trabajo y el periodo presencial sea más eficiente. Muestra de ello son los países nórdicos que redujeron sus jornadas para dar el salto en utilidad, no al revés. La demarcación está comprendida por Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, cuyas horas promedio son de 1442 al año, casi 1,000 menos que aquí. A esto se añade el estado de bienestar que ofrecen, pues dan cobertura en sectores de necesidad social.
En Reino Unido recientemente se empezó a experimentar con semanas de cuatro días de trabajo. Después de meses en prueba, decenas de empresas que formaron parte del estudio decidieron seguir adelante con el modelo, pues notaron mejores rendimientos en sus trabajadores. Tampoco se vieron en la necesidad de reducir salarios, pues las 32 horas semanales no mermaron en su producción.
Alemania también marca pauta en la materia, pues sus altos índices de productividad también tienen que ver con el desenvolvimiento de los empleados fuera del trabajo, además de que priorizan que haya comunicación entre los diferentes mandos de un lugar para que los procesos sean más efectivos, aparte de que se da apertura a iniciativas o nuevas formas de desempeñarse y corregir errores observados, haciendo competentes a sus industrias.
Aunque las métricas y métodos empleados sirven como referencia para analizar políticas de desarrollo, las comparaciones no son tan certeras, puesto que el éxito depende de otros factores como la cultura laboral (de empleadores y empleados), así como las condiciones económicas y las instancias de seguridad social que el país pueda ofrecer a su población.