En las últimas semanas uno de los temas de conversación nacional es la constante baja en el precio del dólar con respecto al peso mexicano. Unos lo celebran llamando a la moneda “superpeso” y otros más lo critican por los efectos adversos, pero casi no se aborda el tema del impacto real de esta situación en la economía del país.
Por primera vez en más de un lustro, el dólar bajó de los 18 pesos y se erige la creencia de que es un buen momento para el peso, aunque esta depreciación se viene dando en todo el año.
Los contextos son determinantes para calcular el valor de una moneda, como en la pandemia o momentos de tensión política, cuando el dólar puede subir a más de 20 pesos. Ahora el contexto es diferente, puesto que el buen inicio de año del peso está marcado por el desempeño de apreciación de 2.92 % frente al dólar en los primeros dos meses del año, la mejor divisa en este sentido, seguida por la peruana de 1.38 %.
Bajo la misma premisa del entorno, México se ha posicionado como un país potencial de nearshoring, es decir, acercar los procesos de fabricación de ciertos productos, a los lugares en que serán consumidos. Entre esto se incluye uno de los anuncios más recientes de inversión extranjera: la instalación de una planta de Tesla. Lo concretado entre el presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador Samuel García y el empresario Elon Musk sumó fortaleza al peso frente a otras divisas. Se estima que la inyección de capital será de 10,000 millones de dólares por la futura edificación en Nuevo León.
Otro factor determinante fue el actuar del Banco de México con las tasas de interés objetivo, que se refieren al aumento en estas. Las estimaciones ponían que sería de 25 puntos base, pero la elevación fue de 50, lo que provocó un interés de 11 %, facilitando la inversión en pesos.
Como todo en esta materia, se originan beneficios y adversidades, pues convivir tan de cerca con una economía basada en esta remesa hace que sus efectos se vean en primera mano.
Algo notable en primera instancia son las remesas, ya que todo el dinero enviado por mexicanos que radican en Estados Unidos hacia México ahora perderá poder adquisitivo. De igual forma, el precio de los combustibles tiene afectaciones, ya que el costo de la materia prima, el petróleo, se estima en dólares, y México exporta grandes cantidades de gasolina para consumo, pero no ha cambiado nada, dejando iguales los importes.
En pro, está el aprovechamiento para controlar los estragos de la inflación en los productos que se importan a suelo mexicano. Otro beneficio es la reducción en la carga de la deuda externa, ya que para importar, las empresas públicas y privadas no tendrán mayor incremento en costos; de igual manera, los intereses se aminoran, pues la conversión en pesos abarata todo.