![Maternidad en la cárcel, una triste realidad y un dramático reto](https://imagenpoblana.com//medios/diario/20230308/243093_large.jpg)
La maternidad es una de las etapas que tiene el mayor número de protecciones en las diferentes leyes que rigen el país, por lo que incluso las mujeres que por algún motivo están privadas de su libertad deben de tener derecho a estar con su hijo o hija durante sus primeros años de vida.
Aunque este beneficio está inscrito en las leyes mexicanas, en la realidad una mujer madre de familia en un centro penitenciario no tiene muchas facilidades para llevar a cabo la crianza de sus hijos, ya sea por el hacinamiento que se vive en las cárceles o por la falta de espacios destinados para estas reclusas.
Maternidad en las cárceles
De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal, el artículo 36 establece que las mujeres internadas en algún centro de readaptación social, estatal o federal pueden tener a sus hijos desde recién nacidos y hasta los tres años, siempre y cuando no tengan algún familiar que pueda hacerse cargo de ellos anticipadamente.
Por ley, la etapa posnatal y de lactancia son obligatorias para que el recién nacido esté con su madre, pero una vez que el menor pueda alimentarse de otro alimento distinto a la leche materna, entonces el personal penitenciario debe buscar a algún familiar de la reclusa para que se haga cargo del menor; solamente si no lo tuviera, se aplicaría en la regla de los tres años.
En algunos casos se hace una excepción y se permite que algunos niños que no tienen más familiares fuera de la cárcel pueden permanecer con sus madres hasta los 12 años y posteriormente son canalizados a algún centro de asistencia infantil.
La situación en Puebla
En febrero pasado, el secretario de Seguridad Pública Estatal, Daniel Iván Cruz Luna, compareció ante el Congreso del Estado y dio a conocer que en Puebla, hasta el cierre del 2022, había 13 menores de edad viviendo con sus padres dentro de las cárceles poblanas.
De acuerdo con el funcionario, el penal de Ciudad Serdán es uno de los que mayor número de infantes en esta condición tiene, pues existen siete niños que viven con sus madres; el más grande es un niño de 2 años y 3 meses, mientras que la más pequeña es una niña de apenas 2 meses de nacida.
En el centro de reinserción social de Cholula hay cinco mujeres con hijos de entre 2 meses y 1 año de edad, mientras que en el Cereso de Huauchinango hay una mujer que tiene bajo su cuidado a su pequeño hijo de 2 años con 7 meses.
Aunque no fueron incluidos en este recuento debido que oficialmente entran y salen de la cárcel, existen algunos menores cuyas madres están internadas en el Cereso de San Miguel y que constantemente pueden entrar y salir de esta cárcel para ver a sus madres.
Algunos de estos niños incluso recibían educación dentro de la prisión gracias a organizaciones sociales, pero a raíz de la pandemia del covid-19 se restringió su paso y hasta la fecha muchos no han podido retomar la visita.
La vida de las mamás y los hijos
Tal y como se indicó en un principio, las instalaciones dentro de los diferentes Ceresos no son las ideales para la crianza de un niño o niña, pues no solamente deben de lidiar con las difíciles circunstancias que tiene la madre, sino también con la falta de espacios adecuados.
Por ejemplo, no hay un área especial para que los niños jueguen, por lo que las madres con ayuda de algunas reclusas tienen que adaptar cualquier espacio disponible para que los menores de edad se desenvuelvan.
Los sistemas de salud tampoco están adaptados para la atención pediátrica, pues en la mayoría de los casos solamente hay un consultorio con equipamiento básico y apoyo de un médico general.
Es por ello que hay algunas organizaciones que apelan por que las administraciones de los centros penitenciarios pongan más atención en las necesidades de las internas con hijos, a fin de que tengan condiciones idóneas para sobrellevar la maternidad en los primeros años de crianza.
Una realidad es que muchas mujeres deben dejar ir a sus hijos después de la edad permitida por la ley; pocas veces vuelven a verlos antes de salir de prisión, de ahí que sea importante garantizar mejores protocolos para la maternidad tras las rejas.