La constante inseguridad en el país hace que cualquier forma de movilidad sea también un peligro para cualquier ciudadano. Puntualmente, para las mujeres esto es una amenaza mayor por estar expuestas tan de cerca a extraños en unidades de metro o autobús, o por el riesgo que conlleva el uso de taxis, Uber o aplicaciones similares.
Acoso sexual, tocamientos, robos o secuestros han sido reportados en las distintas opciones de transporte público. Ante el crecimiento de estas problemáticas, se han implementado medidas como el designio de vagones especialmente para mujeres o taxis de uso exclusivo. Más allá de lo controvertidas que puedan resultar estas decisiones, hay razones para ello.
Desde julio del 2000 en la Ciudad de México se instauró que los primeros dos vagones del metro estarían destinados a uso de mujeres y menores de 12 años. Actualmente se cuenta con tres de estos vagones con la misma finalidad. En Puebla con el sistema RUTA también se determinaron desde el 2019 los vagones rosas, a los que solamente podrían acceder las usuarias.
Estas no han sido las únicas alternativas, ya que también se han ideado taxis con la premisa de otorgar mayor seguridad femenina. Por ejemplo, en Puebla se puede ver en las unidades tradicionales (negras con amarillo) los rótulos en color morado con la leyenda “Mujer Transpórtate Segura”, en la que, a través de un código QR se tendrá acceso a la información del operador, incluida la licencia, nombre, antecedentes no penales y examen toxicológico.
Plataformas de transporte como Uber han facilitado el registro de mujeres conductoras para brindar mayor confianza a las usuarias, al igual que coches más seguros. Las instancias de gobierno también han emprendido acciones en este sentido, como la aplicación “Mi Taxi” en la Ciudad de México, que conecta un transportista cuya operación está ligado al sistema de seguridad C5.
Así como estas, se han dado otras opciones de traslado que pretenden proteger la integridad de las mujeres, en el caso de RUTA, al principio eran múltiples y aún siguen vigentes, pero se cuentan menos de estos transportes. En el Metro de la CDMX también siguen en función los vagones, los taxis citados de Puebla se mantienen y, de hecho, en San Pedro Cholula se oficializó también el “Taxi Seguro” el pasado febrero, que integra a cinco centrales para dar servicio de atención y tranquilidad.
Con todo y lo bien intencionadas que puedan ser las propuestas, muchas han visto el fracaso. Esto se debe primeramente a que no resuelve el problema inicial, el de inseguridad. Según datos del Instituto de Estadística y Geografía (Inegi), en el segundo semestre del 2022, 72.1 % de la población femenina mayor de 18 años en México declaró sentirse insegura durante los viajes que hacen en transporte público.
Según un censo de ONU Mujeres en la CDMX en 2018, la mayoría opta por vestirse de cierta manera para no ser víctima de violencia en el transporte, acentuando esto como una falta a la libertad de las mujeres y otra expresión de discriminación con motivo de género.
La misma métrica arrojó que solo el 6 % de las mujeres capitalinas usaban los vagones especiales. El 3 % lo usaba en menor medida, 2.4 % no abordaba taxis de la calle y 16.4 % prefería no transportarse sola.
Otra razón del fracaso en estas medidas es el nulo respeto por parte de los sectores a los que no está destinado, hombres. Es común que los usuarios, una vez dentro del transporte y en movimiento, se muevan a las zonas designadas para mujeres, rompiendo así con la finalidad.
Aún con esto, la ONU y la Universidad Nacional Autónoma de México remarcaron la importancia de estas prácticas como una forma de reflejar la masculinidad en las políticas públicas. Esto con el sustento de que, si se está priorizando a un grupo vulnerable, es el resultado de un abuso por parte de los grupos de poder, por lo que se debe reflexionar el actuar de dichos dominadores.
