Reino Unido ya está trabajando en la transición a jornadas laborales más cortas, pues 71 empresas se adentraron a probar semanas de trabajo que consisten en solo cuatro días; tras seis meses de experimentar, 61 decidieron continuar con el modelo. En este sentido, México es uno de los países que más trabaja, pero las propuestas que se han hecho para lograr que esto cambie no han trascendido.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en nuestro país se trabajan aproximadamente 2,137 horas cada año.
La senadora Bertha Caraveo, de Morena, ya llevó al senado la propuesta de reducir la jornada laboral en 2022, no del mismo modo que en Reino Unido, pues los días no se cambiaban, solo las horas a ejercer, pasando estas a siete, contra las ocho que hoy se cumplen. Además, en materia de vacaciones dignas, proponía aumentar los días de descanso al mínimo de 12 por cada año, con un incremento paulatino que culminaría en 32 días después de 31 años de prestar servicio en una empresa.
Finalmente, solo se aprobó la Reforma a la Ley Federal del Trabajo de la senadora Patricia Mercado (Movimiento Ciudadano) para vacaciones dignas, que otorga a los trabajadores del país 12 días de descanso obligatorio desde el primer año, así como el incremento paulatino hasta obtener 30 días tras 26 años mínimos laborando en una misma organización.
Antes de esta reforma laboral, México era el país latinoamericano con menos vacaciones, mismo caso a nivel mundial, donde solo lo superaba China con cinco días de descanso pagados, de acuerdo con los datos del Centro Global de Análisis de Políticas Públicas.
La iniciativa llegó nuevamente, ahora de la mano de Miguel Ángel Mancera, del PRD, con la proposición de bajar la jornada a seis horas diarias en los turnos diurnos y cinco horas en las jornadas nocturnas. Añadiendo que, por ley, cada cinco días de trabajo deben dar dos de descanso al trabajador.
Los motivos de Mancera son en pro de los trabajadores, para evitar mayor cansancio, estrés, accidentes en áreas laborales y mejorar el equilibrio entre la vida profesional y personal.
Los señalamientos y objeciones en contra de las reformas que han retrasado las discusiones son principalmente por los efectos adversos que se cree puede haber en el sector empresarial. Las especulaciones sobre lo que estos cambios podrían generar son múltiples, como golpear a la productividad en distintos sectores e, inclusive, que esto provoque inflación por aumentar los costos de producción, razones por las que tampoco trascendió lo propuesto por Bertha Caraveo.
Cámaras empresariales como la Coparmex declararon para Milenio que el país aún no está preparado, aunque las tendencias mundiales ya apuntan a un cambio en la materia. Dicha declaración fue con el argumento de que México es muy diferente a países europeos, como Suecia, donde ya se han implementado esas medidas y que, a pesar de que la jornada es extensa, la productividad no ha mejorado, por lo que no era viable el cambio.
Otro inconveniente que se ha indicado es la competitividad, pues para que México se mantenga firme dentro de la región, reducir las horas de trabajo podría resultar contraproducente.
Una traba más es la economía informal, ya que los trabajadores de este sector de por si no gozan de muchas, o ninguna, de las prestaciones que les corresponden por ley, como seguro médico, por lo que se cree que la reducción no los beneficiaría. Según el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi), el tercer trimestre en México se registró que el 55.6 % de la economía nacional era bajo este rubro.
No obstante, las leyes en favor de los jornaleros para su descanso no han sido muy cambiantes, por lo que senadores, como Patricia Mercado, han señalado que hay “deuda histórica” de parte del estado mexicano con los trabajadores.