
Para los propietarios de bares en el centro histórico, haber enfrentado una pandemia fue tan solo la punta del iceberg, pues económicamente no han logrado repuntar en ventas y ven afectados sus ingresos, al grado de tener que cerrar sus establecimientos, esto aunado a las nuevas restricciones como la ley antitabaco que prohíben fumar en bares o áreas cerradas, medidas que limitan su crecimiento y los colocan entre la espada y la pared.
Armando Montero es propietario del bar el Rinconcito, ubicado en la 9 poniente #902, un establecimiento que abrió sus puertas en 1943, convirtiéndose en uno de los bares más antiguos de la ciudad logrando sobrevivir a depresiones económicas, temblores y hasta una pandemia, aunque el escenario ya no es el mismo de hace unos años.
Para Armando, el flujo de clientes se ha visto mermado desde la pandemia principalmente por el factor económico, pues la falta de trabajo o la necesidad de cubrir gastos médicos no ha permitido que se puedan recuperar clientes, aunque afirma que es un efecto dominó.
“Por la pandemia, algunos clientes se quedaron sin trabajo, otros murieron”, dijo.
Y es que, en el bar se prepara botana para acompañar cada bebida que se toma, esto también genera un gasto extra, pues la inflación aumenta los costos de los alimentos; sin embargo, este incremento no se puede aplicar directamente a los comensales, pues reduciría al público que busca desestresarse del día.
“Aquí no le podemos aumentar al producto que vendemos, por lo mismo si la gente no viene porque no hay capital, al aumentar tampoco vienen, hay que buscar otras opciones, buscar no sé, otro tipo de cosas, otro tipo de botana, un mejor servicio, una mejor imagen”, declara.
Señala que ante este escenario las ventas han bajado entre un 50 y 60 %, mientras los precios aumentan un 30 %, esto lo pone en aprietos, pues aún debe cubrir el pago de sus trabajadores, luz, agua e internet para tener amenidades que atraigan más público.
En cuanto al consumo de alcohol, señala que también ha bajado, pues las personas acuden únicamente por cerveza: “antes por lo regular, venía la clientela y se tomaba 3,4 cervezas y el llamado “desempance”, el alcohol. Ahorita nomás llegan a 2 o 3 cervezas y vámonos”.
Esto aunado a las restricciones como la ley antitabaco, representan otro duro golpe, ya que señala que acondicionar un espacio de fumadores puede costar hasta 100,000 pesos, así como las personas que acudían a fumar y tomar una copa, se ven orilladas a mantenerse en su casa o en establecimientos no regulados.