Normalmente, como humanos, nos preocupamos y vemos por las personas que queremos, pero hay ocasiones en que esta costumbre de velar por los demás nos consume, teniendo repercusiones en nuestra salud, física y mental.
Peter Pan es obra del escritor J.M. Barrie, en la que se incluye a un personaje llamado Wendy, una niña que se empeña en cuidar de sus hermanos y del propio Peter Pan, aunque esta obligación no le corresponda a ella. La repetición de este patrón de conducta se conoce justamente como “síndrome de Wendy”, aunque no está reconocido como un padecimiento clínico.
En las adaptaciones del personaje en el cine, se le percibe como una persona atenta y tierna que procura el bienestar de los demás incluso sobre el propio.
Este comportamiento se da principalmente en mujeres, pues sobre ellas recae ese rol social de ser quienes tengan a su cargo los cuidados en cada grupo familiar, lo que se suele denominar como “instinto maternal”.
De igual forma, este síndrome se puede ver en cualquier persona que sienta el impulso de priorizar las necesidades, deseos o ambiciones de otras personas antes que las propias.
Sicólogos convienen en que, detrás de esta idea, está el miedo al rechazo, así como la necesidad de sentirse aceptado y la culpa de no cumplir con expectativas.
¿Cómo se si yo soy “Wendy”?
Hay una serie de rasgos comunes para identificar si se está cayendo en este actuar. Sentirse menos que los demás, necesidad de ser importante en la vida de los demás, complacer para agradar, sumisión, romantización del sacrificio o cargarse de responsabilidades que nos sobrepasan son los indicios más notables.
Las repercusiones de este síndrome son variadas y se traducen en poca autoestima, ansiedad, depresión y fatiga corporal constante.
Para abordar y trabajar el tema, es necesario que la persona muestre apertura a reconocerlo en sí mismo. Posteriormente, se recomienda asistir con un profesional de la salud mental para desarrollar herramientas de inteligencia emocional que ayuden al paciente a sobrepasar el conflicto.