
Es común ver a las unidades de transporte público como estelares en accidentes de tránsito; no obstante, quienes operan estos medios de traslado no se salvan de ser víctimas de la delincuencia, malos tratos o de ver afectadas sus herramientas de trabajo.
Insultos, automovilistas sin consideración, delincuencia y pasajeros prepotentes son los incidentes más comunes para los conductores del transporte público, quienes señalan que muchas veces son juzgados sin razón.
En entrevista para Imagen Poblana, Antonio Juárez, chofer de la ruta 72, respondió que cuando trabaja se topa con todo tipo de personas, algunas a quienes califica de amables, y otras que, en cuanto abordan, lo desprecian sin miramientos o golpean las rutas.
Saben que desde su posición es difícil alegar cuando un usuario toma una postura prepotente, por lo que no alega y prefiere guardar silencio, ya que la mala percepción colectiva se vuelve contra ellos.
En cambio, si ellos son los afectados porque vandalizan sus unidades, es más raro que se les dé el auxilio necesario. Se encargan de reportarlo y los concesionarios reparan el daño, pero la gente que infringe no tiene consecuencias.
Acusó que ante las críticas que se hacen al sector sobre la nula renovación del transporte, a veces son los propios pasajeros quienes arruinan los autobuses nuevos. Incluso, en menos de un mes de que adquirir unidades, ya están maltratadas, principalmente por jóvenes y adolescentes.
En su área de trabajo es asunto de todos los días tener problemas con otros automovilistas, máxime porque estos no tienen cuidado al manejar, algo que lo obliga a maniobrar de emergencia y tener alegatos con los clientes, quienes los tachan de manejar mal a nivel general.
Antonio afirma que lo más grave que sufren es la delincuencia, pues incluso le han puesto armas en la cara a manera de extorsión, aunque lo más común es que los criminales se suban directamente a quitarle el dinero.
Esto es algo con lo que ha tenido que aprender a convivir y acepta que se ve forzado a cooperar para que no le sustraigan las ganancias de todo el día, dando una “contribución” no menor de 100 pesos.