Como personajes del programa de televisión “El Chavo del Ocho”, Andrés Manuel López Obrador y su Chilindrina Claudia Sheinbaum, “sin querer, queriendo” le abrieron la puerta a la posibilidad de una intervención militar de los Estados Unidos.
Y es que, ¿a poco no tenían en mente que desde hace muchos años la opción de declarar a México como un Estado Terrorista –debido a la violencia desatada por el narco-- ha sido varias veces sugerida por políticos e incluso por algún experto militar estadounidenses?
Para ellos, el nivel de violencia que han alcanzado las organizaciones criminales justificaría una medida como esta.
En su momento, recuerde usted, Donald Trump, quería que nombres como Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Tijuana, Juárez y Los Zetas dejaran de designarse organizaciones criminales y, en cambio, fuesen considerados como "grupos terroristas".
"De hecho, le he ofrecido (al presidente Andrés Manuel López Obrador que nos deje ir y limpiarlo y él, hasta ahora, ha rechazado la oferta. Pero hasta cierto punto, algo tiene que hacerse", afirmó entonces el mandatario estadounidense.
Pero hoy, tras la decisión de AMLO, a petición de su pretegé, de enviar, disfrazados de Guardia Nacional, a 6 mil 600 elementos de las Fuerzas Armadas a vigilar estaciones, instalaciones y hasta a usuarios del Metro de la capital nacional, ¿qué organización criminal tendrían ambos en mente?
¿Alguna que aún no les tribute a ambos a cambio de no recibir balazos –mucho menos acciones policiacas y ministeriales-- sólo balazos?
Porque, estará usted de acuerdo con el escribidor, los “sabotajes” al Metro –como los dos sugirieron en una de las matinés de media semana anterior-- no son, no pueden ser, obra de un solo individuo.
Por lo general son producto de uno o varios grupos que, en una acción concertada, bien planeada y mejor ejecutada, consiguen su objetivo: sembrar terror entre la población a través de actos violentos que dañen determinada instalación de servicio público.
Mal gobernada la capital nacional
¿Es el Metro de CDMX un territorio fallido donde estos grupos “terroristas” puedan actuar?
La verdad, tal es inconcebible.
¿Y cuáles han sido los “sabotajes” que ha sufrido el STC-Metro?
El primero, indicó su director, Guillermo Calderón, se trató de que un usuario arrojó una lata de cerveza en la estación Santa Anita de la línea 8…
… “el segundo, el corte de un cable de electricidad y daño a un parabrisas de un convoy en la interestación de las estaciones Potrero- La Raza de línea 3…
“… y el tercero, el daño de una caja en la estación Ermita de la línea 12 del Metro.”
Pero, preguntemos a AMLO y a la jefa del mal gobierno de la capital nacional:
¿Es una señora de clase humilde que habría acudido a comprar unas aspas de plástico para su lavadora y que, por los apretujones y el desmadre que invariablemente existe para bajar y al mismo tiempo subir a los vagones de pasajeros –cada vez más atestados, pues por falta de mantenimiento son cada vez menos los convoyes que recorren las rutas-- se le resbalaron y cayeron a las vías una terrorista que hace temblar a Sheinbaum?
No. La verdad es que no.
¿Y la persona que, por escasa educación cívica, tiró el bote de cerveza sobre el tendido eléctrico sobre el que corren los trenes es, acaso, un kamikaze que quería provocar un tremendo corto circuito?
Tampoco lo creo. En todo caso lo que habría que preguntar es ¿cómo los muchos elementos de las distintas corporaciones permiten el acceso al Sistema de Transporte Colectivo a quien porta una cerveza abierta en la mano?
Al que nos cobra por vivir en Palacio Nacional y a su Chilindrina esta vez sí que se les pasó la mano.
No sólo abrieron la puerta al arribo de los US Marines al Zócalo, también puede suceder que, como en otras ocasiones ya lo han sufrido, se les voltee “el chirrión por el palito”.
¿No cree usted?
Indicios
La señora Sheinbaum y los señores Marcelo Ebrard y Adán (Augusto) López harían bien en prestar atención a las recientes palabras del líder de la bancada senatorial morenista, Ricardo Monreal, quien ha dicho que lo que tenemos que hacer todos los mexicanos frente a la complejidad del proceso que está por venir, a finales de este año, es actuar con mesura, con prudencia. Todos los partidos y los aspirantes que resulten de los partidos, a suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador. Actuar con prudencia, actuar con mesura, actuar con apego estricto a la Constitución y a la ley, son signos y son recomendaciones que en cualquier democracia se deben de observar. Por eso, quienes aspiren a ser candidatos a la Presidencia de la República, tienen que observar la Constitución y la ley. No es afortunado adelantar vísperas y no es afortunado, incurrir en promociones personalizadas, en campañas anticipadas que vulneren nuestro marco constitucional y nuestro marco legal. A pesar de que pueden constituir violaciones constitucionales, se descuida la función principal en la política internacional, en la ciudad más importante del país, que es nuestra ciudad capital; pero también en la política interna, que en este momento exige tiempo completo a cuidar y a preservar nuestra seguridad pública. Como en el juego de Juan Pirulero: “que cada quien atienda su juego…” y las acciones que deberían llevar a cabo y por las cuales nos cobran a los pagaimpuestos, pues. * * * Por hoy es todo. Gracias por prestarle lectura a estas líneas y, como siempre, reciba usted mis deseos de que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!