Fue en un hospital de Toronto, Canadá, donde se puso la primera aplicación de insulina para tratar la diabetes de un joven de 14 años llamado Leonar Thompson, el 11 de enero de 1922. Se le suministró gracias al descubrimiento del doctor Frederick Banting y su asistente, Charles Herbert Best, 101 años después, ¿cómo ha evolucionado el tratamiento de este padecimiento?
Los primeros remedios fueron registrados por Aulio Cornelio Celso (30-50 a.C.), quien recomendaba una mejora en la alimentación más ejercicio para los pacientes que adelgazaban, orinaban con demasiada frecuencia y se aturdían de sed (síntomas de diabetes tipo 1, donde el páncreas ya no es capaz de producir insulina), sin un motivo específico.
Poco cambió durante años, hasta que en 1798 el doctor John Rollo empezó a hacer recomendaciones más puntuales en cuanto al tipo y cantidades de alimentos que debían consumir los pacientes con diabetes.
Un avance más significativo fue el de Paul Langerhans en 1869, que descubrió las células que segregan insulina en el páncreas, algo común de la época, y las denominó por su apellido “Islotes de Langerhans”.
Para 1898, R.S. Blumenthal experimentó con animales y algunos humanos para tratarlos con una sustancia extraída del páncreas que ayudaba a reducir la glucemia. Quien estuvo más cerca de la mejor solución para los diabéticos fue Nicolás Paulesco, quien en 1921 administró una solución de agua destilada y otra sustancia del páncreas que disminuía aún más la glucemia. Se le llamó “Pancreína”.
Después de eso, fue la solución que Bantins y Best inyectaron al pequeño Leonard, y hasta 1965 Zahn y Meienhofer sintetizaron la insulina que hoy conocemos, misma que extraían principalmente de animales como cerdos.
Tratamientos modernos
En la actualidad se conocen un montón de tratamientos complementarios a la insulina, algunos que incluso se pueden usar en las etapas más tempranas de la enfermedad.
Los desarrollos más recientes se centran principalmente para la diabetes tipo 2, en la que los niveles de glucosa en la sangre son más elevados. Casi la mayoría son de ingesta oral.
-Inhibidores de enzima: estos se usan para que el sistema digestivo absorba los carbohidratos, reduciendo la hiperglucemia.
-Secretores de insulina: los que imitan la secreción fisiológica de la insulina.
-Prevención cardiovascular: se usan nuevos fármacos como iSGLT2 o arGLP1. Estos buscan, además de reducir los niveles de glucosa, prevenir por primera vez las complicaciones cardiovasculares.
Desafortunadamente, no se cuenta con ninguna cura o forma 100 % efectiva de prevenir el desarrollo de la afección.
Cabe recordar que estos tratamientos o la mencionada insulina deben se complementados con una drástica modificación al estilo de vida del paciente o de quienes tengan riesgo de desarrollar la enfermedad, con un estricto cuidado de la alimentación y los hábitos de sedentarismo, haciendo ejercicio de manera regular para mejorar la resistencia a la insulina.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo 422 millones de personas padecen diabetes, además, aumentó la mortalidad entre 2000 y 2016 en 5 %. Esta enfermedad es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal, derrames cerebrales y amputación de extremidades.