
Los juguetes artesanales pueden tener un gran valor, ya que son piezas únicas y hechas a mano. El valor de un juguete artesanal puede depender de muchos factores, como la calidad del material con que se elaboran, la rareza del juguete y la demanda que hay de este.
En Puebla hay múltiples comunidades donde aún se dedican a la fabricación de juguetes artesanales. Ejemplo de ello es don Trinidad Rodríguez, que viene hasta la capital poblana desde el municipio de Huatlatlauca. Él se dedica a la fabricación y venta de juguetes tejidos con palma.
Él inicio desde su niñez, a los 8 años, como un aprendizaje que le dejaron sus padres y con el cual ha hecho una carrera de 60 años. “Gracias a Dios todavía lo compran y les gusta”, afirma este artesano cuando habla sobre el valor que le da la gente a su trabajo.
A pesar de que tiene una gran variedad de figuras y artefactos, el artesano Rodríguez sabe que siempre hay un preferido para los pequeños. “A los niños les gustan más las jirafas, son las que más les llaman la atención, luego a los más pequeños les gustan más las sonajas. Estos dos son las que más vendo”.
Si bien, estos juguetes tienen una tradición detrás, don Trinidad sabe que ya no es algo que le interese a mucha gente joven. “No quiero que se pierda esto, esta cultura, esta tradición que nosotros hacemos… de donde yo vengo ya casi no lo saben hacer”.
Su labor no es sencilla, pues aun cuando tiene décadas de práctica, la elaboración de algunas piezas le pueden llevar todo un día. Bolsas, carpetas, sonajas, figuras de animales y pulseras son solo algunas de las artesanías que elabora. Una carga de bolsas le consume medio día, los animales algunas horas, pero las carpetas son las que le demandan más; la fabricación de una docena le puede tomar un día completo.
Sus precios varían, los más baratos rondan los 50 pesos y los más caros, las carpetas de palma, alcanzan hasta 250 pesos.
Dado el trabajo y empeño que requiere su labor, este artesano expresa su disgusto cuando la gente intenta restarle valor a su trabajo y quieren pagar menos del precio que él establece, más aún cuando apenas se espera una recuperación de ventas por la pandemia. “Piensan que es algo fácil de hacer, no lo valoran. Cuando van a otras tiendas no dicen ‘¿cuánto es lo menos?’ y pagan”.
Pero no todo parece perdido, pues nos cuenta que hay quienes buscan a Trinidad para que les comparta su arte y les enseñe la elaboración de estos juguetes. “Hay gente de otros municipios de aquí de Puebla que me llaman para que les enseñe cómo se elabora, cómo se prepara la palma”.
Es optimista en la espera de que no se pierda esta tradición. “A lo mejor de donde yo vengo sí se va a perder algún día, pero hay otros lugares donde lo están aprendiendo y no se perderán del todo”, sentencia.