Sin duda el 5 de enero de 2023 pasará a la historia como uno de los días más violentos en México por los hechos registrados en Culiacán, Sinaloa, por la detención de Ovidio G.; sin embargo, este no es el primer 5 de enero que queda marcado por el caos en los últimos años.
De hecho, fue apenas hace seis años cuando México vivió momentos de incertidumbre pues, a diferencia de lo que pasó ayer, que solamente afectó a Sinaloa, en esa ocasión fueron prácticamente todos los estados de la república los que registraron hechos violentos.
Se trató del llamado "gasolinazo" durante el quinto año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el cual se dio luego de que el gobierno federal dejó de pagar el subsidio en la venta de la gasolina provocando que los precios se dispararan y se recurriera a las compras de pánico.
El desabastecimiento de gasolina en varios estados provocó que a través de redes sociales se convocara a manifestaciones y saqueos en tiendas departamentales.
Aquel 5 de enero de 2017, varias carreteras fueron bloqueadas por transportistas, la gente salió a las calles a protestar y, a pesar de que muchos no creyeron que fuera a pasar, alrededor de las 15:30 horas comenzaron los saqueos en varios estados de la república.
Puebla fue uno de los estados donde la gente sí atendió el llamado a saquear y durante la tarde y noche del 5 de enero se registraron más de una decena de saqueos, principalmente en la capital del estado, pero también en algunos municipios del interior.
Aunque los saqueos fueron violentos por la forma en que la gente irrumpió en los comercios y el desconcierto que causaron, no hubo personas heridas, pero sí pérdidas millonarias para los negocios que cerraron sus puertas por temor ser víctimas de vándalos.
En esencia, el caos del 5 de enero del 2017 no tiene el mismo origen que el del 2023, pues el primero surgió como una respuesta de inconformidad al aumento de la gasolina, que escaló por la falta de interés del gobierno que incluso minimizó las convocatorias en redes sociales.
El caos por el nuevo “Culiacanazo”, que también empieza a ser llamado como el “Ovidiazo”, es diferente porque surge como respuesta de un grupo criminal que busca generar caos para liberar a Ovidio G., hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán.
Políticamente, el “gasolinazo” representó un punto negativo más que sumó Enrique Peña Nieto para su administración, mientras que el “Ovidiazo” podría tener resultados de neutros a positivos para Andrés Manuel López Obrador, quién ha tenido un discurso controversial en el combate al crimen organizado con su frase "abrazos, no balazos".