Aunque es mínimo, el presidente Andrés Manuel López Obrador sí está incumpliendo el principio de no intervención que rige a naciones de todo el mundo, esto al emitir opiniones en la crisis política que se vive en Perú y abrirle las puertas de nuestro país al expresidente Pedro Castillo.
Si bien es cierto que México no lleva a cabo intervenciones armadas ni ha trabajado en romper el orden político en Perú, motivos de intervención ilegal que se desprenden del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, López Obrador sí incumple con la Doctrina Estrada, establecida en México desde 1930.
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El 27 de septiembre de ese año, el entonces secretario de Relaciones Exteriores de México, Genaro Estrada, estableció el ideal de la política exterior de nuestro país, que va de la mano con el principio de no intervención, que se colocaba en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo.
En esta doctrina, se establece que ante la existencia de gobiernos extranjeros y actividades emanadas de ellos, México no se mostraría partidario de emitir juicios al respecto, ya que esta práctica se considera denigrante.
De esta manera, López Obrador sí está caminando en contra de los principios de no intervención que rigen a México desde hace varios años, pues nunca ha dejado de criticar a Perú y a un grupo político de esta nación por la destitución de Pedro Castillo.
Aunque el presidente asegura que solo está “opinando”, claramente ha mostrado parcialidad a favor de Pedro Castillo y ha emitido juicios en contra de los grupos políticos que lucharon por la destitución del ahora expresidente de Perú.
Esta intervención se ha visto desde antes de que Castillo fuera destituido, ya que López Obrador canceló la Cumbre de la Alianza del Pacífico en apoyo a Castillo, quien no obtuvo permiso del Congreso de esta nación para venir a México a este evento.
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Desde ese momento, se nota una clara intromisión de AMLO a los asuntos internos de Perú, pues determinó que se llevaría esta cumbre a esta nación para que estuviera presente Castillo, algo que evidentemente no podía decidir el presidente mexicano.
Por estos motivos, lo adecuado en estos momentos es que López Obrador deje de opinar respecto a la crisis peruana y se limite a respetar lo que se ha establecido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Doctrina Estrada.