Tomás Parra, el Pintor del Infinito. México en deuda con los Grandes Maestros

Tomás Parra, el Pintor del Infinito. México en deuda con los Grandes Maestros

Estimado lector te comparto algunas obras del gran Maestro Tomás Parra, hombre talentoso, sensible y culto, uno de los grandes de la plástica mexicana de todos los tiempos. Parra pertenece a la generación del movimiento artístico llamado “La Ruptura”. Los ojos de Parra deslumbran vida y un compendio innumerable de recuerdos, lugares y anécdotas de grandes personajes del cine, literatura, pintura, escultura, política, teatro, de todas aquellas corrientes artísticas que han dejado su sello en el siglo XX.   

 

Los primeros rayos solares que sintieron las prodigiosas manos de Tomás, se dieron cita en Santiago Pinotepa Nacional, en el Estado de Oaxaca, el 29 de diciembre del año de 1937. Su familia emigrará al año siguiente a la Ciudad de México, donde será registrado en la alcaldía de Iztacalco y en esta gran urbe es donde crecerá el artista. 

 

Parra es uno de los muchos viajeros que recorrieron los antiguos canales de agua que tenía la Ciudad de México, aquellos canales que unían los pueblos de Tláhuac, Chalco y Xochimilco con la gran Ciudad.  Tomás describe el viaje de las trajineras, el tiempo que tardaban en transportarse. Los sábados y domingos había danzas, juegos pirotécnicos, comerciantes, días de fiesta que disfrutaba junto a su madre. 

 

El artista creció en una casa de principios del novecientos, un naranjo y una higuera fueron testigos de su infancia. Su madre Margarita es un ejemplo de trabajo y amor, mientras su padre lo acerco a la música, el fonógrafo, además a libros de medicina, donde desde muy temprana edad, estudió anatomía humana

 

A los once años Parra ingreso a una escuela de iniciación artística que estaba en la Calle de Donceles y a los catorce años ingresa a la Escuela Nacional de Pintura, “La Esmeralda”, con horarios de ocho de la mañana a las diez de la noche. El Maestro recuerda que, en algún tiempo, junto con su amigo Mario Orozco Rivera, dibujaba por las noches caricaturas para ganar dinero extra. 

 

Parra hace mención que, “con el dinero que gane haciendo caricaturas en las cantinas, fui a adquirir a la calle de Donceles el libro “La Isla de los Pingüinos”, de Anatole France. Este libro me acompaño en mí andar por el mundo un largo rato. Para poner en contexto “un libro en ese momento costaba un peso, lo mismo que podría costar una torta y yo preferí antes que saciar el hambre, satisfacer el conocimiento.”   

 

Tomás es un hombre tan sencillo y transparente que aprendió y desarrollo diversos oficios y profesiones en la vida, desde caricaturista, bolero, cuidador de animales, cirquero en Estados Unidos, profesor de arte en diversas instituciones nacionales y en muchos otros países, curador, promotor cultural y gran defensor de la naturaleza, entre otras actividades más. 

 

Algunos de los Maestros y formadores de Tomas Parra fueron: Enrique Azad, Germán Cueto, Juan Soriano, Carlos Pellicer, con quien todos ellos al final trabo amistad también. La generación artística de Parra es una generación prolífica de búsqueda de nuevos lenguajes, algunos de ellos son: José Luis Cuevas, los hermanos Coronel, Manuel Felguérez, Alberto Gironella, el gran Vlady, Vicente Rojo, Lilia Carrillo, Roger Von Gunten, Aceves Navarro, entre muchos otros más. Todos ellos pertenecientes a la llamada Generación de la Ruptura (lo contrario a la corriente nacionalista representada por Siqueiros, Rivera y Orozco), que incorpora valores más cosmopolitas y abstractos a las obras. 

 

Tomás es un caso único porque su búsqueda inicio en México, pero también en América Latina y Europa, donde realizo una gran parte de su producción.   

 

La vida de Parra es apasionante en todo sentido, conoció y convivio con André Bretón en París, con los premios nobel como Neruda, Octavio Paz, escritores como Pellicer, Pita Amor, Ida Vitela, Benedetti. Todos los muralistas, Frida Kahlo, varios artistas exiliados como Alice Rahoe y Vlady, Rufino Tamayo, el Maestro Toledo, en Chile al pintor Roberto Matta, en Nicaragua al pintor Armando Morales a varias personalidades del séptimo arte como Dolores del Río, el Indio Fernández, y muchos más, la lista es interminable y de todas esas personalidades Tomas guarda anécdotas y experiencias de vida que compartió con ellos. 

 

Visitar el Taller del Maestro Parra es un deleite para los sentidos, donde se respira imaginación, experiencia y una búsqueda constante, en su espacio te recibe la música de fondo, pinturas en proceso, olor a café, una cabeza de maniquí, una lámpara de pie junto a una larga mesa de libros, pero sobre todo una cálida sonrisa. 

 

Mencionar todos los logros del Maestro sería interminable, pero podemos intentar destacar algunos de ellos: el telón para la Hija de Rapacini de Leonora Carrington, donde el pintor tuvo una participación; Parra colaboró para la creación del Museo Anahuacalli; junto con Carlos Pellicer formo parte del proyecto Poesía en Voz Alta, al lado de Octavio Paz; en 1963 pinta el mural “Club Deportivo México” en Santiago de Chile; en 1970 crea el “Mural Efímero” en Guadalajara; en 1978 contribuye a la creación del Foro de Arte Contemporáneo, espacio que promoverá a grandes artistas mexicanos y latinoamericanos, único en México; en 1994 Tomas  Parra es director y curador del encuentro interamericano de Artistas Plásticos, en el museo de las artes en Guadalajara; en diciembre de 1998 realiza una magna exposición titulada “Tributo a la Poesía” en el Museo de Arte Moderno en México. Su obra se encuentra tanto en museos y colecciones privadas de México, Chile, Francia, Filipinas, Cuba, Venezuela, Argentina, Perú, Estados Unidos y muchos otros países más.   

 

Para quien esté interesado en conocer más de este gran artista les recomiendo el libro “La Inquietante Ambigüedad de la Imagen, tres ensayos” de los autores Eduardo Peñuela, et al, editado por la Universidad Autónoma Metropolitana, donde se profundiza en parte de la obra y vida de los pintores Francisco Corzas, Frida Kahlo y por supuesto el Maestro Tomás Parra.

 

En México tenemos el grave problema de que los homenajes no se dan en los tiempos adecuados, sino cuando los personajes se han marchado. Tomas Parra es un grande del siglo XX, a la par de José Luis Cuevas y Manuel Felguérez (quienes tienen un museo a su nombre), de Vlady (quien cuenta con un Centro en la UACM) y que recientemente fue homenajeado con una exposición retrospectiva en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. 

 

Tomas Parra, por derecho propio, es un artista que merece grandes reconocimientos a su trayectoria artística y a su contribución al arte universal. 

 

Son lamentables los homenajes a destiempo, como en el caso de la reciente exposición retrospectiva del gran artista Federico Silva, quien tuvo que esperar a tener 100 años para recibir un gran homenaje y que, sin embargo, llegó a la noche de inauguración de su exposición, en el Palacio de Bellas Artes, en cuerpo presente. 

 

Hoy, diciembre del 2022 tenemos el privilegio de tener a un hombre de 84 años pleno, activo, creativo, lleno de vida y de proyectos, tenemos tiempo de celebrar su vida y obra como se merece.

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