La pandemia de Covid-19 trastocó distintos hábitos y aspectos de la salud de las personas, con impactos variados según factores como la edad, ingresos económicos, raza, entre otros. En el caso particular de la población joven destaca un incremento en el tiempo que pasan los niños y adolescentes frente a la pantalla, que aumentó un 52 por ciento en este periodo.
Según un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics, esto significó un aumento de 1.4 horas al día, por sobre un promedio base prepandemia de 2.7 horas al día. Esto es un total de 4.1 horas al día, en promedio, y el segmento de entre 12 y 18 años presentó el mayor incremento de tiempo frente a la pantalla.
Este tiempo frente a la pantalla se refiere al uso de dispositivos móviles y computadoras personales, señala un comunicado de la revista. En consecuencia, los investigadores recomiendan que iniciativas y profesionales de la salud se enfoquen en fomentar hábitos de uso saludable de estos dispositivos. Esto mediante la moderación del uso, el monitoreo de contenidos, la priorización del tiempo sin dispositivos y el uso de las pantallas con fines de creatividad y conexión.
Otra consecuencia de la pandemia fue un incremento en la cantidad de adolescentes y jóvenes adultos que buscaron ayuda por desórdenes alimenticios. Este aumento se dio en pacientes hospitalizados y ambulatorios, particularmente en el primer año de la contingencia sanitaria, según un comunicado de la revista JAMA Pediatrics.
Por ejemplo, previo a la pandemia el número relativo de admisiones de pacientes hospitalizados en el servicio de urgencias aumentaba con el tiempo en un 0.7% mensual en Estados Unidos. No obstante, tras el inicio de la Covid-19, esta cifra subió a 7.2% al mes y posteriormente disminuyó a 3.6% mensual, entre abril y diciembre de 2021.
De acuerdo con el estudio presentado en dicha publicación académica, este fenómeno podría superar los recursos disponibles, dada la disponibilidad inadecuada de atención en el servicio de urgencias antes de la pandemia. En este sentido, sería necesario abordar los problemas de capacidad de los programas para atención a los desórdenes alimenticios y mejorar las estrategias para su prevención.
En este sentido, la Comisión Europea calcula que, tras 2 años de pandemia, la cantidad de niños con problemas de enfermedades mentales podría aumentar al 20-25%. En comparación, previo a la emergencia sanitaria, la cifra oscilaba entre el 10 y el 20%, con pocos casos progresando hasta convertirse en una discapacidad. Según el organismo, las enfermedades mentales en niños son difíciles de diagnosticar, pues la mayoría de los jóvenes no se portan mal y, en cambio, ocultan sus sentimientos. Esta situación de sentimientos internalizados ha empeorado durante la pandemia y pueden ser difíciles de observar y, en consecuencia, pasarse por alto fácilmente.
Con la pandemia, la juventud alrededor del mundo enfrentó situaciones adversas, muchas no relacionadas directamente con los contagios. En este sentido, deben atenderse, con base en la evidencia, las consecuencias para este sector poblacional, sobre todo en temas de mayor tiempo frente a la pantalla, desórdenes alimenticios y salud mental.