Ser periodista no es sinónimo de tener que callar nuestras tendencias políticas. En lo personal, quienes me conocen saben que la #4T no es ni será algo que yo apoye. Mis razones tengo.
También los que me conocen saben que me tiene francamente harto el nombre de Claudia Sheinbaum. Vaya, aún ni siquiera es candidata y si algo tengo decidido es que no voy a votar por ella. Dijera mi abuelo: “A fuerza ni los zapatos entran”.
Y eso es lo que quieren hacer con la jefa de Gobierno de la CDMX, quieren imponerla, como sucedía en los viejos tiempos del priismo más rancio ochentero, cuando mínimo un año antes ya se sabía quién sería el candidato y próximo presidente.
Lo mismo está pasando con Sheinbaum. Todo indica que desde MORENA ya ha quedado definido el “dedazo” mandado desde Palacio Nacional para que sea la jefa de Gobierno la próxima presidenta.
#EsClaudia a la fuerza. Así, aunque le moleste a los “cuatritransformadores”.
Pero ojo, esto puede ser un error por parte de las huestes morenistas, pues todo llega a fastidiar tarde o temprano. Este columnista de por sí tiene poca tolerancia a las imposiciones, la sociedad no tarda en cansarse.
Y es que Claudia no es López. Claudia no es el “mesías tropical” que encantó a millones de mexicanos hace ya largos (muy largos y dolorosos) cuatro años. Las cosas son muy diferentes.
En Puebla, al menos, está más que comprobado que la sociedad ya no entiende de imposiciones. Si no pregúntenle al convicto ahijado del góber precioso, el mal recordado Javier N, quien quiso ser impuesto y terminó haciendo el ridículo.
Tiempo al tiempo, pues aunque no lo crean hay muchos mexicanos que desde ya están lo que siguen de hartos de #EsClaudia. Además de que hay otro tanto que en su vida vuelve a cometer el error de votar por la fallida “Cuarta Transformación”.