La gran serie de conciertos que han llegado a México durante este 2022, como parte de una urgencia por recapitalizar a los artistas tras la pandemia, se ha visto opacada por un problema que, si bien no es exclusivo de México, se presenta aprovechando los grandes vacíos legales que hay en el país: la reventa.
Los conciertos en México se han dividido en tres grandes momentos: el anuncio del concierto, la reventa de los boletos y lo qué pasa en el concierto; sin embargo, muchas veces la gran nota se lo lleva el segundo momento, principalmente porque deja fuera a miles de admiradores debido a las prácticas poco transparentes de las empresas.
Uno de los casos más recientes se dio a conocer a través de redes sociales y fue el de una mujer que acudió a un centro de venta físico de Ticketmaster, en la Ciudad de México, y salió del lugar con un sobre lleno de boletos para un evento, poniendo sobre la mesa del tema de la reventa.
Sin embargo, no es el único caso donde las redes sociales han funcionado para evidenciar este tipo de prácticas y a algunas personas que descaradamente venden los boletos de eventos, elevando muy por encima del valor de las entradas sin importar que, de por sí, ya eran costosos.
Actualmente en México no existe una legislación que pueda sancionar la reventa de boletos para conciertos o cualquier otro evento deportivo, de ahí que la principal responsable de mediar estos casos tenga que ser la Procuraduría Federal del Consumidor, que también carece de elementos legales para poder obtener conclusiones favorables para los consumidores.
En el país, un grupo de personas ha impulsado una denuncia colectiva contra algunas empresas que se dedican a la venta de boletos, como es el caso principalmente de Ticketmaster, que se encarga de manejar la distribución de boletos en los principales conciertos que llegan al país.
Por ejemplo, esta semana se pusieron a la venta las entradas para el concierto del grupo Blink 182; sin embargo, los boletos apenas duraron tres minutos y es que hay poca claridad sobre la mecánica mediante la cual se logra la venta en línea.
A esto se le suman los supuestos acuerdos que tienen las empresas boleteras con algunos bancos para darle supuesta preferencia a sus cuentahabientes, aunque muchas veces son ellos mismos quienes incluso se quedan fuera del proceso de compra.
La denuncia colectiva también busca utilizar la poca transparencia que existe en la famosa “fila virtual”, la cual pone a usuarios en espera y, cuando llega su turno, no pueden comprar boletos porque ya se agotaron de forma inexplicable.
Las constantes caídas del sistema, así como otros problemas que enfrentan las personas que quieren comprar sus boletos en línea, son parte de los motivos que impulsan esta denuncia colectiva, buscando también reducir el fenómeno de la reventa.
En algunos casos, empresas como Ticketmaster buscan deslindarse de la venta de boletos fuera de sus canales oficiales, pero los usuarios no dejan de señalarlas como las principales responsables de promover la reventa.
Visto desde las personas que hacen estos señalamientos, la boletera finalmente gana el precio establecido de cada uno de los boletos y quienes obtienen la ganancia son los revendedores, aunque según ellos, podrían incluso entregar una comisión a personal de la boletera que se encuentre coludido.
Hasta el momento no ha sido posible demostrar la complicidad de trabajadores de las empresas en el proceso de la reventa, de ahí que se busque impulsar reglamentación y legislación para poder solucionar este tipo de hechos.