La opinión personal de este columnista sobre la despenalización del aborto es lo menos importante. Los que me conocen saben mi postura y lo mucho que me molesta que se tome la religión como único argumento para estigmatizar y señalar a un grupo de personas.
Si bien tampoco comparto algunas acciones violentas que se han dado en las manifestaciones a favor del aborto, esta semana se presentó una situación de un grupo provida que hace pensar que no se mide con la misma vara a ambos grupos.
Cada uno tiene sus argumentos, sus cosas a favor y sus cosas en contra. Insisto, eso a mí no me corresponde juzgarlo, como tampoco le corresponde a todas esas bocas masculinas que con whisky en la boca señalan a las mujeres por “abrir las piernas”.
Y es que, amable lector, mientras a los grupos a favor del aborto los reciben con granaderos y con un Congreso de Puebla blindado, a los grupos provida les han permitido hacer lo que quieran.
Las imágenes están en redes sociales, no lo digo yo. Uno de los miembros de este grupo provida colgado de una de las ventanas del Congreso brincando y llenando de globos el lugar, algo que si lo hiciera alguna mujer a favor del aborto de inmediato sería criticado por la sociedad más rancia de Puebla.
Dijera mi abuelo: o todos coludos o todos rabones.
Y así como se blinda el Congreso ante el embate de los grupos a favor del aborto, entonces se debe blindar contra grupos provida. ¿O acaso las decisiones se toman por motivos religiosos y no por sentido común?
En fin, dicen que no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas y en una Puebla donde un idiota puede matar a una mujer que exigía justicia por su hija desaparecida, parece más importante blindar inmuebles contra mujeres que, a su manera, luchan por sus derechos.
Mi humilde opinión, amable lector, puede estar o no de acuerdo conmigo.