Quizá porque ya casi nos acostumbramos a los videoclips en los que delincuentes cortan las cabezas de sus contrincantes…
… a lo mejor porque en las redes sociales hemos visto como le arrancan el corazón a sus víctimas aun cuando estas sigan con vida…
… tal vez porque han grabado con sus celulares charcos de sangre alrededor de quienes han caído en masacres sin sentido…
… o porque ya rebasan con mucho los 100 mil desaparecidos en el país…
… muy probablemente por ello muchos se han vuelto insensibles ante la prolongada tragedia que México vive desde antes de que iniciara este siglo XXI.
Pero leer lo que en realidad les sucedió a los 43 normalistas de Ayotzinapa en un escrito de la joven y avezada periodista Peniley Ramírez –quien consiguió el Informe Encinas sin tachadura alguna, como sí fue que el subsecretario de Gobernación lo presentó-- llena de estupefacción, estremece, hace brotar desde el fondo la rabia, pero también la impotencia.
Y es que, escribió Ramírez en su columna Linotipia que semanalmente publica en los diarios del Grupo Reforma, que esos jóvenes que aspiraban a una vida mejor pasaron a mejor vida “asesinados, descuartizados y enterrados esa misma noche (del 26 de septiembre de 2014). Los criminales de Guerreros Unidos pensaron en quemarlos, pero eran muchos cadáveres y cambiaron de opinión. Se los repartieron. Cada grupo criminal se deshizo de los restos a su cargo como pudo.
“A una de las células criminales le encomendaron disolver a diez jóvenes en ácido. No tenían material suficiente. Disolvieron a cinco. A los demás los cortaron en trozos, con machetes, y los enterraron. Uno de los criminales desolló a un estudiante. Quería impresionar a su jefe.”
¡La barbarie!
¡Retrato del país criminal en el que paulatinamente se convierte nuestro país, mientras las llamadas “autoridades” se enfrascan en grillas para mantenerse en el poder… de no poder!
La verdad duele… pero libera.
Caen los pinos en el boliche de la 4T
La revelación de esos y otros muchos más detalles escabrosos fue como una bola de boliche que hizo chuza en los fruncionarios del gobiernito de Andrés Manuel López Obrador.
Tiró a muchos y a varios más los mantiene tambaleando.
A Alejandro Encinas, para empezar, quien en su vaivén choca constantemente con el impresentable fiscal Alejandro Gertz.
Al mismo Gertz Manero quien sólo se sostiene por las muletas y muletillas que AMLO le presta en cada una de las funciones de su matiné palaciega .
La chuza ya derribó al fiscal especial para el caso Ayotzinapa Omar Gómez Trejo, tras sus constantes choque con Encinas y, para no variar, también con Gertz.
Y al mismísimo ocupante –con todo y tropas-- de Palacio Nacional que ha sido literal y nada subterfugiamente amenazado por el polémico general Luis Crescencio Sandoval de retirar a sus tropas de todas las tareas que el de Macuspana le ha encargado, la de la seguridad pública incluida, si las Fuerzas Armadas continúan en el ojo del huracán por la indudable participación de algunos de sus elementos, de todos los rangos, en aquella salvaje noche de Iguala.
Encinas, empero, insiste. “Fue el Estado”, ratifica haciéndose voz oficial de los padres de los muchachos asesinados. Y señala a miembros del 27 Batallón de Infantería del Ejército Nacional entonces en funciones en esa plaza.
Gertz presenta denuncias en contra de quienes supuestamente fueron partícipes en los acontecimientos y luego las retira de los juzgados, supuestamente porque así lo ordena AMLO a la “autónoma” dependencia. Y todo por las presiones de Sandoval, ya que entre los indiciados había militares.
Desde el Campo Militar 1 los abogados del general José Rodríguez Pérez, quien era coronel la noche de los acontecimientos y que se entregó voluntariamente a la jerarquía militar, piden que Encinas ya no politice más el asunto.
Y mientras, la realidad de Encinas sigue tachonada en el informe de la Comisión ¿de la Verdad? presentada por este a la opinión pública.
Ello, no obstante que AMLO ha dicho –quizá de dientes pa’ fuera-- que quiere que se revelen los hechos tal y como fueron.
Pero ha resultado ya más oscuro que su antecesor Enrique Peña por las muchas presiones que recibe, según ha confesado apenas.
¿Tachón y cuenta nueva?
¿Usted qué cree?
Indicios
El 23 de marzo de 2017 le platiqué aquí que una semana antes de esa fecha, el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, había exigido a AMLO “presentar ante el Ministerio Público pruebas de sus dichos sobre la presunta responsabilidad de las Fuerzas Armadas en el caso Iguala”. También que José Carlos Beltrán, a la sazón director de Derechos Humanos de la Sedena, hizo lo mismo: “pedir que quien tenga pruebas de las acusaciones contra el Ejército, las presente. ¿Ya se les olvidó a estos funcionarios cuál fue la actitud de nuestras autoridades ante los organismos que investigaron lo sucedido en Ayotzinapa? Al GIEI se le sometió a una campaña permanente de acoso, evasivas e intimidación y se le negó la entrega de documentos que solicitaron e, inclusive, no se le permitió permanecer en nuestro país para continuar su investigación. El general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional dijo que no permitiría que ninguna comisión internacional interrogara a los soldados del 27 Batallón de Infantería por los actos ocurridos en Iguala. Si las fuerzas armadas y las federales están limpias de culpa, ¿por qué se han obstaculizado las investigaciones de los organismos independientes? Las dudas que gran parte de la sociedad tiene acerca del comportamiento de estos grupos, están plenamente justificadas. El gobierno está cosechando lo que sembró.” Vueltas que da la vida. La rueda de la fortuna política. A veces arriba, otras abajo, como definió alguna vez el neoleonés Alfonso Martínez Domínguez. * * * ¿A qué hora gobierna la caótica, sucia, mal pavimentada y peor alumbrada CDMX la señora Claudia Sheinbaum? Si no está en saraos con grupos musicales, está en eventos futbolísticos y, claro, en su ya habitual precampaña en calidad de “corcholata” presidencial. Tiene muchas deudas pendientes con los contribuyentes al erario de la capital nacional: el derrumbe del colegio Rébsamen, cuando fue delegada en Tlalpan; la desastrosa situación del transporte público, con el Metro –que se le vino abajo en un tramo de la Línea 12 y un incendio en su principal central eléctrica-- y, entre otras más, la plaga que mató a las palmeras y la deforestación en donde se construyen nuevas edificaciones, como el conjunto Mitikah y la embajada estadounidense, así como en varios puntos más. * * * Y por hoy es todo. Agradezco a usted haya llegado hasta aquí en la lectura de estas líneas y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!