El próximo periodo de actividad sísmica intensa en México ocurrirá entre 2024 y 2028, por lo cual las autoridades deben tomar medidas preventivas para evitar una catástrofe de grandes dimensiones, de acuerdo con información obtenida por un modelo digital desarrollado por universidades de México, Argentina, Estados Unidos y Hungría.
Predecir sismos es imposible; lo correcto es hacer pronósticos. Igual que los que se hacen para fenómenos meteorológicos como los huracanes. México, uno de los países con mayor actividad telúrica en el planeta, ha recibido un pronóstico que podría salvar vidas.
"El siguiente periodo fuerte [de terremotos] para México será de 2024 a 2028, pero en 2023 ya debemos estar preparados", asegura en entrevista con Sputnik Víctor Manuel Velasco Herrera, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y líder de este estudio publicado en la revista científica especializada Frontiers.
El estudio —validado ya por el Instituto de Investigaciones Espaciales de la Academia de Ciencias de Rusia (RAS, por sus siglas en ruso)— es claro al decir que sí es posible determinar intervalos de tiempo en los que podrían ocurrir sismos superiores a los siete grados en la escala de Richter. Movimientos que, por su magnitud, podrían causar daños materiales y humanos en diferentes escalas, dependiendo del nivel de infraestructura y prevención del país donde se susciten.
Un modelo digital basado en inteligencia artificial desarrolló un algortimo o patrón capaz de pronosticar esos periodos de tiempo en las siguientes regiones del mundo: México, Estados Unidos, toda la cordillera de los Andes (la plaza de Nazca), Japón y China. Los investigadores, además, ya trabajan para desarrollar un pronóstico para Rusia, sobre todo en Kamchatka.
"En el caso de China, personalmente le escribí a mis colegas [del Centro de Redes Sismológicas de China] para decirles que nos preocupa mucho que nuestro modelo arroje que ya empezó la temporada alta de actividad sísmica. Los hechos, que son las pruebas reales de la naturaleza, nos han dado la razón: en 2021 hubo un sismo muy fuerte y apenas hace unos días hubo otro muy cercano a los 7 grados", señala Velasco Herrera, quien cuenta con posgrados en Física teórica matemática y nuclear en diferentes institutos de Rusia.
¿Cómo fue posible llegar a esta conclusión?
El desarrollo de esta investigación duró años y, además, tuvo que esperar algún tiempo para su publicación porque fue sometida a las pruebas de la naturaleza. De ese modo, se pudo constatar que los patrones del modelo coincidían con los movimientos telúricos ocurridos, por ejemplo, en Japón durante el año 2021.
"En Sudamérica concluimos que [actualmente] estamos en temporada baja de sismos fuertes, y por el momento no pueden ocurrir. Y también los hechos lo comprobaron: sí ha habido algunos, pero de 4, 5 o 6 grados, ninguno mayor a 7", comparte el coautor del estudio, en el que también participaron académicos de la Universidad de Buenos Aires, del Center for Environmental Research and Earth Sciences de Estados Unidos, del Institute of Earth Physics and Space Science de Hungría y otros organismos mexicanos.
El proceso para crear este modelo comenzó con la recopilación de la información de los sismos ocurridos desde 1900 hasta 2021 en las zonas ya mencionadas anteriormente. Sin embargo, analizar todos los sismogramas podría generar un problema de big data que ni siquiera una supercomputadora podría resolver, explica el especialista.
Fue entonces cuando los investigadores decidieron acotar su investigación: en lugar de estudiar todos los sismos mediante una estadística tradicional, prefirieron enfocarse sólo en aquellos mayores a 7 grados Richter, que son los que generalmente causan daños catastróficos. "Este tipo de sismos han ocurrido históricamente mediante un proceso abrupto, no continuo, lo cual quiere decir que primero ocurren, luego se calman, ocurren, se calman, y así sucesivamente. Esto también pasa con los huracanes o los fenómenos solares", detalla.
Una vez establecido ese modelo digital, la tarea fue encontrar patrones intrínsecos de cada zona, porque la forma en que se generan los movimientos telúricos en China no es la misma que en México, en Sudamérica o Estados Unidos, asegura. La única constante es que primero hay un periodo de actividad y, luego, de inactividad.
"Cuando encontramos el patrón, el sistema inteligente nos permitió agruparlos, y cuando ya tuvimos la agrupación, entonces todo quedó mucho más claro, porque te permite agrupar los patrones en un periodo bien definido, lo cual, a su vez, nos lleva a emitir un pronóstico sismológico", dice el científico de la UNAM.
Además, hubo otra prueba fundamental para la validación del modelo. Sus creadores hicieron que el sistema sólo trabajara con los datos de 1900 a 1970, para que con esa información vieran si podía dar algún pronóstico para el periodo de 1970 a 2021. Los resultados fueron exitosos, ya que se pronosticó intensa actividad sísmica en dos intervalos: en uno de ellos apareció el terremoto del 19 de septiembre de 1985 que devastó a la Ciudad de México y en el otro el del 19 de septiembre de 2019 que también provocó decenas de muertos y heridos en la capital mexicana.
Si bien existen otro tipo de pronósticos, el desarrollado por este grupo de especialistas es distinto porque tiene una mayor precisión. En otros países, como Rusia o China, por ejemplo, los sismólogos buscan pronosticar la magnitud exacta del siguiente sismo. Es así como llegan a la conclusión de que el siguiente gran terremoto podría ser de magnitud 7,9, u 8,5, por citar un ejemplo. Sin embargo, no se sabe cuándo ocurrirá. "Tienes exactitud en el pronóstico, pero la distribución en el tiempo de éste será muy dispersa", comenta.
"Nosotros no nos preguntamos: ¿de qué magnitud será el siguiente sismo fuerte? Más bien nos cuestionamos cuándo será la siguiente temporada de actividad intensa en determinada zona sísmica", concluye.
Velasco Herrera es consciente de que la ciencia debe estar al servicio del bienestar social. Por ello, llama a las autoridades mexicanas —y de otros países— a tomar en cuenta este tipo de pronósticos sismológicos para prevenir afectaciones. Los Gobiernos, dice, podrían utilizar la información del modelo digital desarrollado por la UNAM para comenzar a reconstruir o remodelar edificios que estén frágiles o vulnerables. Si alguna casa presenta una grieta, afirma, todavía se está a tiempo de realizar las reparaciones pertinentes, en caso de ser necesario, derribar aquellas construcciones que no tengan solución y que sólo representen una amenaza para la población. (Sputnik)