La reiterada aparición de ejemplares de pez remo en las costas del Pacífico intrigó a un grupo de científicos ecuatorianos, que ahora buscan comprobar si el mito que vincula la especie con terremotos y otros cataclismos es cierto. El pez puede llegar a medir unos 11 metros de largo.
El 26 de julio fue encontrado el primer pez remo en las costas de Anconcito, en la provincia ecuatoriana de Santa Elena. Cuatro días después, pescadores de la misma zona hallaron otro ejemplar sobre las rocas en una playa de la provincia de Esmeraldas y ese mismo día fue avistado otro que nadaba cerca del puerto de Manta.
La creencia popular indica que estos peces, que habitan las profundidades del océano —a más de 1,000 metros de profundidad—, salen a la superficie cuando un fenómeno natural de gran magnitud está a punto de ocurrir.
El mito se nutre de sismos que han tenido lugar pocos días luego de avistamientos: así sucedió en México en junio de 2020, cuando se reportó un ejemplar en Cozumel y días después se produjo un sismo de magnitud 7,5, o en Chile, donde en julio de 2022 apareció un pez remo de cinco metros en la costa de Arica—cerca de la frontera con Perú—y se produjeron temblores, aunque de menor magnitud.
Hasta el momento no hay ninguna evidencia científica de que eso ocurra. Por eso, investigadores de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Urleam) se propusieron investigarlo a partir de un análisis al ejemplar hallado en Esmeraldas.
Los primeros resultados de los estudios revelaron que el pez encontrado era macho, alcanzaba 4.44 metros de longitud y un peso de 20.60 kilos.
El trabajo de los investigadores ecuatorianos no es el primero al respecto. En 2019, científicos de Japón no encontraron una relación científica entre los hábitos del pez remo y la ocurrencia de sismos a gran escala.
A través de Twitter, indicaron que entre 1928 y 2011 el país asiático recabó información de 336 sismos y 221 reportes de apariciones de ejemplares contemplados en períodos de entre 10 y 30 días.
Luego de los hallazgos, el Instituto Geofísico de Ecuador recordó que los estudios japoneses repasaron varios eventos sísmicos y concluyeron que "solo uno de todos los eventos sísmicos analizados parece estar relacionado, a la visualización de peces de aguas profundas".
Pero la conclusión japonesa no es del todo concluyente y hay investigadores que hipotetizan que la especie, que puede llegar a medir 11 metros de longitud, puede ser más sensible a los movimientos de las fallas activas por encontrarse cerca del fondo del mar, a diferencia de otros peces que habitan en la superficie.