Coronavirus podría seguir oculto en algunos pacientes causando COVID prolongado

Coronavirus podría seguir oculto en algunos pacientes causando COVID prolongado

Foto: Pixabay

Un estudio elaborado por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard encontró evidencias de que los  focos persistentes del coronavirus en el intestino o en otros lugares del organismo humano pueden estar contribuyendo al desarrollo del COVID prolongado, una condición que puede implicar más de 200 síntomas.

 

Los investigadores descubrieron que varias proteínas del coronavirus, en especial la proteína viral de la Espiga, aparecía en la sangre de 65 % de los pacientes de COVID prolongado que estudiaron, incluso, se detectó su presencia en personas que habían sido diagnosticados con la enfermedad hace 12 meses.

 

Este estudio fue pequeño y preliminar, pues aún no pasa por la etapa de revisión de pares, pero proporciona algunas de las pruebas más convincentes hasta ahora de que los reservorios del virus podrían estar contribuyendo a la mala salud de las personas a largo plazo.

 

“La vida media de la proteína de la Espiga en el cuerpo es bastante corta, por lo que su presencia indica que debe haber algún tipo de reservorio viral activo”, explicó David Walt, autor principal de la investigación.

 

 

La proteína de la Espiga no se detectó en la sangre de los pacientes que padecieron COVID-19 y que no tenían síntomas continuos. Una investigación previa detectó material genético del coronavirus en muestras de heces de niños que sufrieron síndrome inflamatorio multisistémico (que se trata de una complicación grave que suele aparecer unas cuatro semanas después de contraer la infección). Al administrar un fármaco que reducía la permeabilidad intestinal, se eliminaba rápidamente la proteína Espiga y mejoraban los síntomas.

 

En este sentido, la hipótesis de Walt es similar a lo que determinó la investigación de los niños, pues algo similar podría estar ocurriendo en las personas con COVID prolongado. Si otros grupos de investigadores lograran replicar los hallazgos de Walt, se terminaría con la idea de que los focos de virus no están presentes en al menos algunos pacientes con COVID de larga duración.

 

Diversos equipos de investigación han encontrado evidencias de que el virus sigue estando presente en el cuerpo de muchos pacientes, lo que se conoce como “persistencia viral”. El pasado abril, Ami Bhatt, de la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos y sus colegas informaron que alrededor de 13 % de las personas seguían eliminando ARN viral en sus heces cuatro meses después de contraer el coronavirus, y casi 4 % seguía haciéndolo a los siete meses.

 

 

Otro estudio que analizó el tejido intestinal de 46 personas que se habían recuperado de un cuadro leve de coronavirus, descubrió que el ARN o las proteínas virales podían detectarse en 70 % de los pacientes hasta siete meses después.

 

Todavía no hay pruebas definitivas de que los reservorios virales contribuyan al COVID persistente, por lo que los científicos señalan que es necesario seguir haciendo estudios. “Este tipo de estudios será fundamental para empezar a dilucidar la relación entre los reservorios víricos a largo plazo y el COVID prolongado”, señaló Bhatt.

 

Finalmente, los expertos han asegurado que si la persistencia del virus es la causa de los síntomas de al menos un grupo de personas, se impulsaría la investigación de fármacos antivirales como tratamiento del COVID prolongado, algo que ha causado controversia por las consecuencias que podrían traer, pues administrar a las personas una monoterapia antiviral a largo plazo para intentar eliminar el virus supone el riesgo de que el virus mute y se escape.

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