El alumno superó al maestro… al menos en inmundicia y perversidad. Hoy, el exmarinista Javier L., principal alumno del mal recordado “góber precioso”, tiene como “hogar” la cárcel por ser presuntamente el autor intelectual del asesinato de la activista y abogada Cecilia Monzón, ocurrido el pasado 21 de mayo.
El historial de Javier L. es un concierto del abuso que permite el poder a muchos políticos, máxime si están protegidos desde sectores importantes como fue el caso de este personaje, quien siempre fue el perfil consentido del exgobernador Mario Plutarco M. para ocupar su lugar en Casa Puebla en 2010.
En la época dorada del marinismo, cuando el exmandatario hacía y deshacía a su antojo, Javier L. fue uno de los más beneficiados con este derroche absurdo de poder, colocándose en carteras de importancia como la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Desarrollo Social.
Fue precisamente en esta última dependencia donde comenzaron las mayores polémicas del político chiapaneco, pues fueron revelados presuntos desfalcos al erario a través de la extinta Sedesol, oficina de gobierno que solo habría usado como trampolín político y económico para llegar a la gubernatura de Puebla.
Comilonas masivas, auténticos bacanales y reuniones al por mayor con gente de poder vivió Javier L. justo antes de ser encumbrado por su padrino político para mantener al PRI en el Gobierno de Puebla, algo que no logró el político originario de Chiapas.
La campaña de 2010, sobra decirlo, fue sucia a más no poder por parte de Javier L. que pese a contar con toda la estructura gubernamental se veía superado por el ya finado Rafael Moreno Valle Rosas, al grado de caer en ataques de índole sexual y discriminación contra el entonces candidato panista.
La derrota fue contundente y marcó el inicio del fin del marinismo y del priismo en Puebla, responsabilidad que nunca asumió Javier L. quien pese a ser premiado con una diputación federal plurinominal, emprendió una traición contra el PRI y contra su mentor Mario Plutarco.
Derrotado políticamente, Javier L. se quiso acercar a la sombra que proporcionaba MORENA y esto solo provocó el inicio de su expulsión del PRI, al tiempo que comenzaba una disputa legal con Cecilia Monzón, con quien procreó un hijo del cual no se quiso hacer cargo, evitando incluso pagar pensión alimenticia.
Monzón Pérez reveló los abusos cometidos por el chiapaneco para evitar asumir su responsabilidad, destacando que puso a nombre de sus padres todas sus propiedades, a fin de mostrar que no tenía cómo pagar la pensión de su propio hijo.
El grado de perversidad de Javier L. lo habría llevado a contratar a dos sicarios para asesinar a su expareja, hecho que ocurrió mientras repartía invitaciones para su tercera boda, que tenía fecha de celebración el próximo 24 de junio y que contaba con una mesa de regalos donde el chiapaneco incluyó artículos de lujo que rebasan los 30,000 pesos.
Aunque nunca mostró algún cargo de consciencia por su presunta autoría del asesinato de Monzón Pérez, la justicia parece haber actuado en contra de Javier L. un político que hoy en día hace ver como mínimos los delitos cometidos por su mentor Mario Plutarco, demostrando que en perversidad, el alumno superó al maestro.