Si ha notado que los precios de los alimentos se han incrementado de forma significativa en los últimos días, debe considerar que se trata de un fenómeno mundial, que no será de corto plazo y que podría agravarse al punto de generar la peor hambruna que haya experimentado la humanidad en la época contemporánea. Así de grave es el problema y lo explicamos a continuación.
La guerra Rusia-Ucrania ha afectado la producción y distribución de alimentos. Entre ambos países producen el 30% del trigo y el 20% del maíz que se consumen a nivel mundial, así como Ucrania es el mayor productor de semilla de girasol del mundo. Muchas hectáreas de cultivo han sido destruidas, otras más no pudieron cosecharse y tampoco se podrán sembrar, por lo que los precios de cereales y aceites han disparado el índice mundial de precios de los alimentos.
De acuerdo con el seguimiento que hace la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), tenemos el aumento real más alto de precios desde que se lleva el registro, tal y como se observa en la gráfica siguiente la pendiente de la curva se vuelve casi vertical, lo que significa el súbito incremento. A tasa anual, al cierre del mes de abril, los alimentos habían tenido un incremento de 36.4%, siendo el grupo de cereales y aceites el más afectado, con incrementos de 44 y 75% respectivamente.
Elaborado con datos de FAO
Lo anterior está impactando directamente en la mesa de las familias más pobres de los países más pobres. Por ejemplo, Sri Lanka, en Asia, está al borde de un estallido social por la escasez de alimentos, porque el país no ha podido pagar las importaciones correspondientes. Los alimentos están siendo acaparados por los países desarrollados como Inglaterra, Alemania y Estados Unidos que en conjunto están consumiendo la tercera parte de la producción por lo que la presión de que continué el aumento de precios sigue vigente.
El propio jefe del banco central de Inglaterra calificó de “apocalípticas” pero realistas las previsiones que están realizando sobre el efecto que tendrá el aumento del precio de los alimentos. En el corto plazo las familias suelen sustituir diversos productos, por ejemplo, cereales y carnes por azúcares que en el largo plazo desencadenan enfermedades como obesidad y diabetes.
En países en desarrollo, las personas disminuyen sus porciones alimenticias, dadas las condiciones actuales, es previsible que al menos una cuarta parte de la población en el mundo (la más vulnerable por niveles de pobreza) podría eliminar de una a dos comidas diarias dentro de sus hábitos. Lo más preocupante es que estas personas no realizan más de dos comidas al día, en otras palabras, el efecto directo será que dejarán de comer diario. Esto significaría la mayor hambruna que el mundo contemporáneo haya visto. Los efectos de largo plazo serán una disminución en la esperanza de vida, un aumento considerable de la desnutrición y una menor talla de los jóvenes de las siguientes generaciones.
Pero dado que todos los mercados están relacionados, cuando las familias ven incrementar el precio de los alimentos, disminuyen su nivel de gasto en otros bienes para destinar mayores recursos a alimentos, esto provocará una contracción económica. Inglaterra está previendo que este año cerrará con una caída del 0.25% lo que la colocaría oficialmente en la estanflación.
El otro factor de alerta es el precio de los energéticos que han aumentado 85% a tasa anual, principalmente la electricidad y la gasolina. Los alimentos requieren transportarse y condiciones de conservación por lo que el incremento de los energéticos se traducirá en mayores costos para la industria alimenticia y por tanto empobrecimiento mundial.
Nuestro país se encuentra por debajo de la media mundial en aumento de precios, por lo que podemos afirmar que las políticas expansivas de Andrés Manuel están suavizando los choques externos; no obstante, también se resienten los efectos en el bolsillo de las familias.
Ante esta situación, no hay política de subsidio que funcione, la única vía de salida es el aumento de la producción de alimentos y la reorientación del consumo, por ejemplo, la industria turística a nivel mundial es la más depredadora y desperdicia hasta el 60% de los alimentos que elabora. Empecemos por poner fin a la guerra Rusia-Ucrania o nos enfrentaremos a un escenario de fin del mundo a la vuelta de la esquina.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
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