Entrando ya en el tercer año de la pandemia y teniendo una nueva variante silenciosa respirándonos en la nuca, parecía que 2022 sería el año de la recuperación, de la relajación de las medidas de protección frente a la COVID-19 y la puesta en marcha del mundo como lo conocíamos; sin embargo, los análisis económicos y sociales de 2021 en temas de pobreza y de desarrollo social, al menos para América Latina y el Caribe, no son nada halagadores.
El presente al que nos estamos enfrentando pasó de una crisis sanitaria a una muy pronunciada crisis social y económica, que no hizo más que recrudecer. Aunque organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) veían un crecimiento del producto interno bruto de al menos un 6.2%, esto no será lo suficiente para promover en la mejora de las condiciones de vida de las personas.
La pandemia por COVID-19 no hizo más que develar la importancia que tienen las políticas públicas de protección social, como lo es la educación, la alimentación, el trabajo formal y específicamente la protección de la salud. Para mejorar las condiciones de todas y todos es fundamental que en la región se impulse una agenda para poder satisfacer las necesidades básicas de todas y todos; aunque algunos países realizaron esfuerzos notables, brindando apoyos en especie y en transferencias económicas, desde el comienzo de la pandemia, el que los contagios y la muertes por el virus Sars-Cov2 hayan puesto en peligro miles de vidas, con la disminución lo de contagios se debe evitar que disminuyan dichos apoyos, ya que esto condenaría a miles de familias a la pobreza, ya que al retirar de golpe la ayuda humanitaria millones de personas quedarían a la deriva frente a la pobreza.
Hoy nos enfrentamos a una realidad que se ve afectada por el alza indiscriminada de los precios, en donde cada vez hay menos empleos, las brechas de desigualdad se han incrementado y parecería que nuestras autoridades no reaccionan a lo que sucede en la realidad y solamente se quedan en discursos y buenos deseos.
El panorama pinta cada vez peor, recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha anunciado que para 2022 y 2023 el crecimiento de América Latina y el Caribe no sobrepasará el 2.6% de crecimiento, lo que representaría el que la recuperación de una de las regiones más desiguales del mundo no se sobrepondrá, al menos en el corto plazo.
Aquí es donde viene la pregunta: ¿Qué hacer? A lo que de una forma muy honesta les respondo, no lo sé. Sin embargo, las Naciones Unidas, la OMS, la CEPAL o el FMI han puesto especial énfasis en la cooperación, el trabajo en equipo y la corresponsabilidad, que por el bien de nuestras comunidades deben permear y “contagiar” a nuestros pueblos, antes que alguna otra variante de la COVID-19 que tanto daño nos ha hecho o que el fantasma de la guerra (y sus efectos) nos terminen de patear.
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