En Israel se estima que viven unos dos millones de gatos, y su población va en aumento, miles de ciudadanos los alimenta y cuida, otros miles los odian, y el mayor estudio sobre cómo controlar su población llevado a cabo hasta ahora indica que la solución es la castración, pero con sistema.
El aumento del número de gatos callejeros que deambulan libremente es un paisaje común en diferentes lugares del mundo, e Israel no es la excepción, aunque en sus calles la situación es muy visible: se estima que hay dos millones de gatos callejeros en el país, y unos 240.000 de ellos se encuentran solo en Jerusalén.
A pesar de que los gatos callejeros son considerados una de las especies más invasoras del mundo que representan un riesgo para la salud de los humanos, destruyen un gran número de vida silvestre y no gozan de bienestar, en Israel se cuentan muchísimas personas amantes de los gatos que los alimentan, cuidan, adoptan y tratan de mejorarles la vida. Lo cual indigna a los no amantes de los gatos…
Un panorama muy común en Israel es ver tazones de agua y comida para gatos o sobras de carne en las calles de todo el país, y hay algunos ailurófilos (amantes de los gatos) fanáticos que gastan cientos o incluso miles de shekels al mes dejando comida regularmente en estaciones de alimentación para gatos.
"Me gasto al mes cerca de 3.000 shékels (alrededor de 1000 dólares) en comida para mis felinos", cuenta Efrat Shoham, una maestra de escuela de Tel Aviv, con una punta de vergüenza. "Les compro comida no basura, o sea, cara, refuerzos vitamínicos, si lo necesitan los llevo a la veterinaria y, mira, son los gatos con el pelaje más brillante del barrio".
De acuerdo con las autoridades veterinarias, alrededor de un tercio de las mascotas domésticas israelíes (en su mayoría gatos) han sido rescatadas de las calles, mientras que solo alrededor del 20 por ciento son adoptadas en refugios de animales.
¿CASTRACIÓN?
El estudio dirigido por el profesor Eyal Klement y la doctora Idit Gunther, de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Hebrea de Jerusalén, publicado en la revista PNAS bajo el título "La reducción de la población de gatos itinerantes requiere castración de alta intensidad en la contigüidad espacial para mitigar los efectos compensatorios", demostró la importancia de implementar una política de castración continua e intensiva de los gatos callejeros en toda una ciudad para controlar el crecimiento desmesurado de su población.
El método de control de población más popular hasta la actualidad se le conoce como TNR (por las siglas en inglés de trap-neuter-return, atrapar-castrar- devolver). De acuerdo con esta técnica, ayuntamientos y otros servicios atrapan a los gatos, los llevan a castrar y los devuelven al mismo lugar, teniendo en cuenta que son animales territorialistas.
Aunque este método se ha implementado en varias partes del mundo, el profesor Klement explicó que, "su eficacia es controvertida a la hora de reducir las poblaciones de gatos y no existen pruebas sólidas sobre su eficacia para reducir las molestias relacionadas con los gatos o mejorar su bienestar".
CASTRACIÓN CON SISTEMA
Los investigadores centraron su estudio, el mayor llevado a cabo hasta ahora en el mundo, en la ciudad central de Rishon Lezion y probaron diferentes métodos de control de la población durante 12 años, distribuidos en tres períodos de cuatro años.
En la primera etapa no hubo intervención de la población. En la segunda, los investigadores organizaron un programa intensivo de castración de gatos en la mitad de los 50 barrios de la ciudad, mientras que las zonas restantes sirvieron como un grupo de control en el que los gatos se quedaron sin ninguna intervención. En el último período, la castración se aplicó a toda la población de gatos de la ciudad.
Los investigadores descubrieron que la castración en solo la mitad de los barrios de la ciudad no logró reducir la población de gatos. Además, señalaron que la razón de este hallazgo inesperado, fue la migración de gatos no castrados a la zona.
No obstante, en la tercera etapa, se alcanzó una reducción anual del siete por ciento de la población de gatos, pero se observó un aumento de rebote en el número de gatitos, probablemente debido a un aumento en su supervivencia debido a la falta de competencia con los gatos castrados y menos agresivos.
"Los gatos intactos son más territoriales que sus homólogos castrados. Una vez que se mudan a un barrio con gatos castrados, tienden a prosperar y hacerse cargo", puntualizó Klement.
Según el estudio, el método ideal es garantizar que el 70 por cien de las poblaciones de gatos callejeros se castren continuamente. Y para eliminar el efecto rebote, Klement sugirió que, paralelamente a la campaña TNR, se debería controlar la alimentación de los gatos.
"Esto se puede lograr estableciendo estaciones de alimentación en lugares acordados y prohibiendo la alimentación en otras áreas públicas; ya que esto garantiza que los gatos se alimenten adecuadamente y además se podría implementar fácilmente una política de castración capturando a los gatos cuando vengan a alimentarse", concluyó Klement. (Sputnik)