Ayer se prendieron las alarmas mundiales porque los bancos centrales de Europa dieron a conocer la tasa de inflación que alcanzó en varios países los dos dígitos por primera vez en 37 años. En México, la cotización del dólar cayó por debajo de los 20 pesos, al cierre se ubicaba en 19.88 y con una perspectiva bajista ¿qué significa todo esto?
Primero empecemos explicando las altísimas tasas de inflación. Hace un año justamente la inflación mundial se salía de las metas que cada banco central establecía, habíamos dicho que ceteris paribus (todo lo demás permanece constante) la inflación retornaría a su nivel en un periodo de doce meses. Cuando inició la guerra Rusia-Ucrania las condiciones cambiaron, hoy todo pronóstico es incierto.
Ayer España reportó 9.8% como tasa de inflación y Alemania 7.6%. Para ambos países la meta inflacionaria era del 2%; para España es la tasa más alta desde 1982, para Alemania es la tasa más alta desde la reunificación y la caída del muro de Berlín. Lituania, otro país de la zona euro, registró una inflación de 15.6% y sería el país con el nivel de precios más desbordado.
Hay un elemento a considerar muy grave, el aumento de precios está sucediendo en los bienes y no en los servicios, es decir, la esfera de la producción, con lo que se augura que regresar a los niveles de la meta será técnicamente imposible en un plazo menor a un año. Por ejemplo, en Alemania los bienes aumentaron 12% y los energéticos 39%.
Pero lo más alarmante es el aumento mensual con respecto a febrero, en ambos casos fue de 2%, el más alto desde la segunda guerra mundial. Es decir, lo importante no es la tasa actual, sino la aceleración con la que se está comportando y la perspectiva es que por lo menos en abril seguirá al alza. Las consecuencias de una tasa de inflación alta repercutirán en el crecimiento económico. Casi de forma inmediata empezaron a ajustar a la baja las perspectivas de variación del Producto Interno Bruto que podría ser menor al 2% para la zona euro y con ello se estaría declarando una estanflación, la peor enfermedad económica: estancamiento económico con altas tasas de inflación.
Los responsables de la política económica están actuando con mucha cautela. Los de la política monetaria (bancos centrales) se han negado a aumentar la tasa de interés, si bien esta medida podría ser eficaz para contener la inflación, tiene efectos desastrosos en la dinámica económica y el riesgo es una inminente recesión. Entonces están optando por la política fiscal, el gobierno español anunció un paquete de subsidios a las gasolinas y otros bienes por hasta 6 mil millones de euros, asimismo ha decidido intervenir en los precios para poner límites, por ejemplo, los aumentos en alquiler de vivienda no podrán aumentar más del 2%. ¿Rentas congeladas y subsidios a los combustibles? Parece el escenario de la crisis de los años ochenta.
En los años ochenta se desencadenó una grave crisis económica mal manejada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que sumió a América Latina en la década perdida, 10 años de nulo crecimiento. ¿Podríamos estar en la antesala de un escenario similar? Sin necesidad de ser alarmistas, los síntomas son muy parecidos. La buena noticia es que, si la historia nos la sabemos, entonces es posible tener un tratamiento distinto.
En México, por ejemplo, tenemos la ventaja que hay un gobierno que no compatibiliza con las medidas neoliberales y por tanto no seguirá los malos consejos del FMI como en su momento lo hizo el apátrida de Miguel de la Madrid Hurtado. Los resultados parecen darnos la razón y aquí viene la respuesta a la segunda pregunta ¿por qué el dólar está bajando frente al peso?
Los tipos de cambio reflejan el nivel económico de un país, que tan equivalente es con respecto a otro e incluyen los efectos inflacionarios entre países. De esta forma, cuando un país registra una inflación más alta que otro, su moneda se deprecia. Si el dólar se está depreciando en medio de una carrera inflacionaria, es señal que la inflación en Estados Unidos es más alta que en México. Los resultados para ambos países se darán a conocer hasta el 7 de abril.
Esto nos podría indicar también que nuestro país está mejor preparado que los demás para hacer frente a la crisis en ciernes, entre otras razones porque la tasa de endeudamiento (deuda/PIB) es más baja que en otros países y porque el mercado interno tiene un mayor dinamismo, ya que el poder adquisitivo de los salarios no se ha deteriorado con la misma rapidez que entre la población europea, ¡es algo histórico!
Para no repetir los errores de los ochenta, la política económica deberá orientarse a medidas anticíclicas, no limitar el consumo para frenar la inflación y cuidar ante todo los salarios de la clase trabajadora. En un escenario tan complicado, el comercio internacional no será opción, al menos no para los países desarrollados; fortalecer un bloque entre los países del sur, más India y China son la mejor alternativa. Por último, queda demostrado también la necesidad de la soberanía energética: hoy al medio día, Alemania podría decretar un cierre parcial de sus actividades si Rusia le cierra el suministro de gas.
Mientras los gobiernos oligarcas libran una guerra imperialista, los que sufren son los pueblos. La clase trabajadora mundial paga con hambre y sangre los caprichos perversos del capitalismo.
*Profesor-Investigador Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos