La vacunación contra el COVID-19 avanza a buen ritmo en el mundo entero, logrando que al menos por el momento diversas regiones del planeta respiren tranquilas ante la baja de contagios vista en últimas fechas.
Si bien es cierto que la vacuna no es garantía de que no se puedan dar contagios, también es una realidad que el antígeno ha proporcionado a la población mundial suficientes herramientas para enfrentar la enfermedad.
Hace más de un año, cuando la vacunación iniciaba en el mundo, se comenzaron a escuchar voces que hablaban de daños graves a la salud a causa de la vacuna anticovid, mitos urbanos de los que ya no se dice mucho en la actualidad.
Debemos recordar que grupos antivacunas aseguraron que la vacuna, especialmente la de AstraZeneca, provocaba en las personas problemas cardiacos que derivaban en un infarto, algo que jamás se pudo comprobar.
Incluso, se menciona que estos problemas se dieron en personas que tenían una comorbilidad que no conocían, por lo que estos males cardíacos no se podían asociar a la vacuna contra el COVID-19.
Algunas voces colocaron lo que sucedió con el exfutbolista Sergio Agüero como un ejemplo de los efectos graves de la vacuna, pero hasta el momento el jugador no ha culpado al antígeno de sus males cardíacos.
También se mencionó que la vacuna contra el COVID-19 provocaba alergias graves en muchas personas; no obstante, ninguna de estas reacciones fue imposible de tratar cuando se presentaron en el mundo.
Por supuesto, no podemos dejar de lado esa idea absurda sobre que se implementaba un chip en la vacuna para controlar a la población.
De acuerdo a autoridades sanitarias mundiales, de 72 millones de vacunas aplicadas en el mundo, solo en 10,000 casos se dieron reacciones adversas graves al antígeno, lo que destruye por completo los mitos que se han dado en torno a la vacuna.
De esta manera, solo se presentan por unas horas reacciones normales como fatiga, dolor en el brazo, fiebre y dolor de cabeza, algo que ocurre con prácticamente todos los tipos de vacunas.
