Según investigadores griegos, un experimento llevado a cabo en 1976 que buscaba vida en Marte podría ayudar a que las sustancias químicas del ambiente y suelo se conviertan en un recurso ilimitado de oxígeno para los futuros exploradores espaciales.
Viking fue el nombre del módulo estadounidense que aterrizó en el planeta rojo hace más de 40 años y que ha día de hoy sigue arrojando datos fundamentales para entender su ecosistema. Entre los experimentos llevados a cabo, “Labeled Release” es el nombre de la investigación que, a través de la aplicación de micronutrientes a una muestra de suelo marciano, liberó grandes cantidades de oxígeno y se tomó como una evidencia de vida microbiana.
Sin embargo, científicos universitarios se dieron cuenta de que este experimento podría ser un modelo viable para un detector de estas especies reactivas de oxígeno (no microorganismos): colocando estos micronutrientes en el suelo y poniéndolos en contacto con agua y catalizadores, se podría llevar a cabo un “cultivo de oxígeno”.
“La radiación ultravioleta solar repondrá su suministro de oxígeno en cuestión de horas. La estimación es que un área de 1,2 hectáreas produciría suficiente oxígeno para mantener con vida a un solo astronauta”, señaló Malgorzata Holynska, responsable de la Estación Espacial Europea (ESA).
Buscar este tipo de soluciones que satisfagan las necesidades primarias para la supervivencia en Marte ha sido tarea de la Plataforma de Innovación de Espacio Abierto creada por la ESA y según sus responsables, este proyecto podría brindar un gran avance para la colonización del planeta.
“El regolito de la Luna y Marte disponible comercialmente, alterado químicamente por el contacto con la atmósfera rica en oxígeno de la Tierra, no es adecuado para las pruebas. En consecuencia, el equipo de este proyecto busca crear sus propios simuladores en entornos controlados; incluso podría ser útil para monitorear el entorno de la nave espacial”, comentó Elias Chatzitheodoridis, científico de la investigación.
Actualmente, este proyecto de la ESA planea solicitar la cooperación de la NASA para que el desarrollo de este tipo de cultivos sea posible. Los científicos buscan compactar este proceso en pequeños discos que acompañen a los astronautas durante todo tipo de viajes espaciales.