Resulta, amable lector, que he caído en la cuenta de que soy pobre y vulnerable…
Al menos así lo dice la secretaria de Movilidad y Transporte, Elsa Bracamonte, pues desde su perspectiva, los pobres y los vulnerables son los que usan el transporte público.
Estoy casi seguro de que la señora Bracamonte quiso dar una idea, pero equivocó las palabras.
Aunque hay de equivocaciones a equivocaciones y esta es una de las grandes, de esas que quedan en la posteridad.
No sé usted, pero en el transporte público no veo solo gente pobre y vulnerable, es más, no podemos siquiera catalogar a una persona por usar el transporte público.
He visto a jóvenes usando los tenis de moda y con iPhone en la Línea 1 del RUTA, así como a gente muy humilde bajando de un Uber.
Entonces, usar o no usar el transporte público no tiene nada que ver con la clase social. Pues en estas unidades convivimos reporteros, doctores, enfermeras, estudiantes, amas de casa, comerciantes, policías y uno que otro político que quiere darse a notar.
Mejor dicho, se debería tomar en cuenta que el pobre y vulnerable es el transporte público poblano, no los usuarios.
Y la muestra son las unidades vetustas, dignas de ciudad marginada, que todavía tenemos en circulación.
También ejemplo son muchos choferes, vulnerables a asaltos y algunas enfermedades por pasar largas horas manejando.
No, no creo que solo los pobres y vulnerables usen o usemos el transporte público, creo firmemente que el transporte público es pobre y vulnerable.
Nosotros los usuarios somos las víctimas colaterales de vicios y abusos que se permitieron por años en el transporte público y que hoy hacen de este servicio el peor de mucho tiempo en Puebla.
Sí, se equivocó la secretaria Bracamonte, aunque quiero creer que el orden de sus palabras era diferente y terminó haciendo un juicio de valor muy injusto.