Payasos, arte vulgarizado con el paso de los años

Payasos, arte vulgarizado con el paso de los años

Foto: Enfoque

Con la cara pintada, trajes coloridos y una labia que podía impresionar a cualquiera, los payasos se convirtieron desde hace más de 100 años en un modo de entretenimiento para la sociedad mexicana, que disfrutaba de sus divertidas ocurrencias.

 

A veces usando el doble sentido de manera elegante, pero también recitando poesía e incluso cantando y haciendo malabares, los payasos se ganaron un lugar en el corazón de muchos mexicanos. Desafortunadamente, las cosas han cambiado en la actualidad.

 

En el marco del Día Internacional del Payaso, es justo destacar que hoy ya no vemos a esos payasos simpáticos que hasta fomentaban valores.

 

 

Esos personajes que con palabras sencillas y diversas situaciones podían arrebatar una sonrisa a los mexicanos sin la necesidad de caer en lo vulgar.

 

La llamada “Maroma” de los pueblos indígenas de Puebla está prácticamente extinguida y no encontramos ya payasos que además de hacer reír, mostraban sus dotes de bailarines, malabaristas y cantantes, unos artistas completos.

 

Con el paso de los años el oficio de payaso se ha vulgarizado, reduciéndose a un grupo de personas que tienen las palabras altisonantes, el albur y la apología a la violencia como armas “cómicas” principales.

 

Y el ejemplo perfecto es lo que se ve en el zócalo de Puebla, donde cada fin de semana un grupo de payasos se reúne para presentar un show que raya en lo grotesco, tomando la burla y el doble sentido vulgar como cartas de presentación.

 

 

Lejos del payaso que ocupaba el contexto que se vivía en las sociedades, los payasos actuales ven en los defectos físicos de las personas, así como en su orientación y vida sexual, los motivos perfectos para montar un show.

 

Decenas de poblanos que han visto este tipo de espectáculos coinciden en que se ha perdido la esencia de lo que es un payaso, reduciendo todo a un merolico alburero, grosero y sin bases escénicas necesarias en este oficio.

 

Hoy en día, el payaso dejó de ser ese cómico vestido de colores, con una sonrisa pintada en el rostro que divertía a chicos y grandes, convirtiéndose en un tipo disfrazado que solo hace apología a las peores costumbres de la sociedad mexicana.

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