Nos encontramos en proceso de aprobación del paquete fiscal 2022. El que contiene el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos con todos los impuestos que pagaremos el próximo año. La buena noticia sucedió ayer cuando aprobaron la eliminación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) al alimento para mascota; pero mejor aún, eliminaron el IVA a toallas sanitarias, tampones y productos similares. Se trataba de un impuesto injusto que muchos llamaban impuesto por menstruar.
Las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres no siempre son visibles ni comprensibles para todos; si bien la menstruación es una condición natural, es una causante del agravante de la desigualdad cuando la estructura social y económica no favorece el libre desarrollo de las mujeres. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) diariamente en el mundo millones de niñas sufren discriminación y violencia a causa de la menstruación; en promedio llegan a perder hasta 20 días de clases al año porque no asisten a la escuela por temor a las burlas y al rechazo.
La edad adulta no libra a las mujeres de ese sufrimiento que además de ser físico se vuelve emocional. Los mitos y los tabúes en torno al tema son las principales causas: “que la mujer que está menstruando no cocine porque se echará a perder la comida”; “que no cargue al niño porque lo va a poner “chipil”; que no ande en bicicleta, que no se bañe o que se bañe más. Incluso hemos denunciado en esta columna como muchas empresas siguen exigiendo que las mujeres muestren la toalla sanitaria manchada para asegurarse que no están embarazadas.
Todo esto constituye un tipo de violencia estructural que la UNICEF califica de violencia institucional porque la mujer se ve privada de pasar su menstruación dignamente. Por si fuera poco, debe adquirir productos sanitarios como las toallas y los tampones que muchas veces están fuera del alcance de las mujeres, sea por su accesibilidad física o económica. De acuerdo con datos de la ONU, al menos la mitad de las mujeres en el mundo deben usar otros medios para recibir su sangrado como periódico, cartón, trapos viejos o bolsas de plástico lo que las coloca en un grave riesgo sanitario. Además, en muchos países los productos manufacturados especialmente para ese fin son gravados con impuestos, con lo que resulta económicamente más caro ser mujer que hombre, esa es una desigualdad clara.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 se ha propuesto abatir las brechas de género y en el rubro de salud se ha insistido en el derecho de la mujer a la menstruación digna y para ello se requieren al menos dos pilares fundamentales: a) normalizar hablar de menstruación, la mejor arma para combatir la discriminación y el rechazo es la difusión de conocimiento real y certero desde la infancia para que niños y niñas sepan que pasa con el cuerpo y se promuevan relaciones de respeto y empatía entre los géneros.
El segundo pilar es b) garantizar el acceso a los medios físicos para lograr ese nivel de dignidad, ello significa contar con médicos especialistas que atiendan los problemas de salud, infraestructura sanitaria como clínicas, hospitales y consultorios que apoyen el seguimiento de los periodos de menstruación y dotar de los elementos sanitarios personales como toallas y tampones para reducir la incomodidad y contribuir al cuidado de la salud. Evitar el encarecimiento de estos productos y anular las cargas impositivas desiguales era una exigencia mundial.
Con el índice de violencia institucional que construye UNICEF para medir el nivel de discriminación que sufre estructuralmente una mujer (familia, sociedad, política o la economía), se realizó un semáforo por país. Los resultados se muestran en la siguiente gráfica. Se aprecia que México casi está en color verde, aunque por debajo de países como Brasil, Perú, Colombia, Estados Unidos, Rusia y el resto de Europa. Los países más violentos son los africanos y los de Oriente Medio (gobernados por regímenes talibanes).
Elaboración propia con datos de SIGI (Unicef, 2019)
El camino aún es largo, hay que seguir haciendo visibles los factores históricos que han reproducido la desigualdad de género, pero sin duda, el paso que ayer se dio en el Congreso nos da la certeza de que vamos avanzando. Coloquemos sobre la mesa otras demandas en materia de lactancia en el trabajo, maternidad y empleo, distribución de tareas dentro y fuera del hogar, oportunidades equitativas y la vejez por género. Y por supuesto, a organizarnos para no retrogradar, nunca más otro impuesto a la menstruación.
*Profesor-Investigador Universidad de Quintana Roo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos