Nicolás Gil Pereg, un exmilitar israelí radicado en Argentina, es juzgado por haber asesinado a su madre y a su tía en una localidad de Mendoza en 2019. En el primer día del juicio, el hombre debió ser retirado de sala por emitir extraños sonidos y abrió el debate sobre si es inimputable o busca evadir la condena por los crímenes.
Un hombre maullando sin parar durante una audiencia judicial al punto en que la jueza ordena que sea retirado de la sala para permitir que continúe el juicio. La escena, que recorre el mundo por su particularidad, es la punta del iceberg de uno de los casos más sórdidos registrados en los últimos años en la provincia argentina de Mendoza.
El acusado que emite sonidos similares a los de un felino mientras comienza el juicio es Nicolás Gil Pereg, un ciudadano israelí que vive en Argentina desde 2007, luego de cumplir el servicio militar en su país. El hombre es enjuiciado por haber asesinado a su madre, Pyrhia Saroussy, y a su tía, Lily Pereg, en enero de 2019.
Las dos hermanas habían llegado a Argentina el 12 de enero para visitar a Gil Pereg. Alquilaron un apartamento pero al día siguiente de haber aterrizado fueron a la casa del hombre, ubicada frente al cementerio de la localidad de Guaymallén, en Mendoza. Fue el propio Gil Pereg el que denunció la desaparición de ambas mujeres ante la Policía y ante los medios de comunicación, a los que incluso dio declaraciones.
Tras varios días de búsqueda, la Policía desconfió del hombre y buscó en el terreno en el que vivía. Un perro de búsqueda logró dar con los cuerpos de las dos mujeres, enterrados a dos metros de profundidad entre escombros y tierra. Las pericias determinaron que Gil Pereg había asesinado a golpes a su madre y de varios disparos a su tía.
El hombre israelí fue detenido y encerrado a la espera de un juicio. Desde ese día, a la conmoción local por el doble crimen se sumó la extrañeza por la vida que el agresor llevaba y los extraños pedidos hechos a las autoridades. Además de solicitar ver el cadáver de su madre, el hombre pidió estar acompañado en su celda por 10 de los cerca de 20 de gatos con los que convivía en la vivienda que no tenía muebles, electricidad ni servicios sanitarios.
La obsesión del detenido por los gatos le valió el mote de 'hombre gato', un apodo reforzado por las nuevas conductas del hombre, que ya no solo quería estar acompañado por gatos sino que comenzó a comportarse como uno. A partir de los hábitos, su defensa reclamó que Gil Pereg fuera declarado inimputable y enviado a un centro de tratamiento psiquiátrico.
De hecho, el hombre ya había maullado en 2019 y 2020, cuando fue detenido y cuando era trasladado a las audiencias preparatorias para el juicio.
Así llegó maullando Gil Pereg a Tribunales pic.twitter.com/7iDAPxl5lt
— Matías Torino (@matiastorino1) February 12, 2020
¿Demencia o planificación criminal?
El llamativo comportamiento del israelí motivó un cruce entre la defensa del hombre, que asegura que el asesino no comprende sus actos, y el fiscal del caso Fernando Guzzo, quien en la audiencia de este 26 de octubre —y luego de que el acusado fuera retirado de sala por sus maullidos— buscó convencer al jurado de que el imputado sí cometió el crimen con plena conciencia de sus actos, según recogió el portal mendocino MDZ.
"No se dejen engatusar y den un ladrido a favor de la Justicia", pidió el fiscal, ironizando con el presunto trastorno de Pereg y remarcando que el israelí cometió los dos crímenes "con intención criminal".
Para la defensa, encabezada por el abogado Maximiliano Legrand, continuó la ironía y dijo a los jurados que "la justicia no se trata de ladrar sino de comportarse como seres humanos". De acuerdo al abogado, el imputado ya había sido internado varias veces en Israel, antes de que su madre lo "enviara a Sudamérica" al no poder controlarlo en su país.
Para el fiscal, en cambio, Pereg planeó el crimen y buscó formas de evadirse del homicidio, como ocultar los cadáveres, visitar el apartamento en el que se hospedaban las víctimas y hasta presentar una falsa denuncia por la desaparición de ambas mujeres. Además, señaló que el hombre quitó la denuncia de extravío de algunas de sus armas de fuego que había informado como perdidas, una de las cuales fue utilizada para el crimen, y hasta transfirió la propiedad de armas a sus abogados.