
Mientras instituciones educativas particulares se dan el lujo de organizar viajes o lujosas fiestas para sus graduados, que terminan convirtiéndose en un riesgo sanitario, muchas familias celebran a sus estudiantes de manera modesta, pero eso sí, con mucho orgullo y cariño.
En muchos hogares, las graduaciones se vivieron desde la sala, el comedor o incluso en un pequeño cuarto a la distancia y frente a una pantalla de computadora, donde infinidad de alumnos siguieron la ceremonia con la que llegaba a su fin sus estudios de primaria, secundaria o bachiller.