El pasado 9 de junio, la Asamblea Nacional de El Salvador aprobó el uso del Bitcoin como moneda de curso legal. Es el primer país en usar oficialmente una criptomoneda. Para muchos economistas este podría ser un mega experimento que defina la viabilidad y los límites de la economía digital. Aquí lo comentamos.
Recordemos que el dinero es un medio de intercambio que representa un equivalente general, por ejemplo, en lugar de cambiar 3 peras por un pescado, podemos asumir que 10 pesos equivalen a tres peras y por lo tanto a un pescado.
El dinero es un signo de valor que por sí mismo no vale nada. Vale en la medida que alguien respalde la cantidad denominada en el papel o en la moneda, ese respaldo lo dan los bancos centrales de cada país; a su vez, los bancos centrales están respaldados por el valor de la producción total. Por eso el dólar es una de las monedas más fuertes del mundo, está respaldada por la economía estadounidense. Por eso también los bancos centrales no pueden imprimir billetes que excedan el valor de la economía real; cuando esto pasa sobrevienen problemas como la inflación.
Una criptomoneda es dinero virtual, también sirve como medio de pago, pero a diferencia de otros medios digitales como las tarjetas o las transferencias bancarias, una criptomoneda no tiene ningún respaldo físico; no se soporta en ninguna economía y ninguna autoridad monetaria la avala. Su valor depende de la aceptación que tenga, por ello es muy volátil, tiene cambios abruptos en un periodo de tiempo muy corto.
El Bitcoin es la criptomoneda más famosa, se creó en 2009 y funciona a través de una cadena de bloques que la encriptan, es como dinero “secreto” que sólo pueden rastrear el emisor y el receptor. Para obtener un Bitcoin se deben resolver ciertos problemas complejos a través de algoritmos, hay un número limitado de monedas y cada vez resulta más difícil obtenerlas. Una vez que se obtienen, pueden ser intercambiadas mediante sistemas digitales de cobro-pago encriptados.
El Salvador es una pequeña economía abierta; tan pequeña, que la noticia de que aceptará Bitcoins no afectó el valor de la moneda, como se puede ver en la gráfica 1. Este país centroamericano se ubica al sur de Guatemala y tiene apenas 6 millones de habitantes (muy similar a la población del estado de Puebla). Su moneda oficial es el colón salvadoreño, desde 2001 también el dólar estadounidense y en menos de tres meses también el Bitcoin. Esto significa que este país tendrá tres monedas oficiales y será un gran reto para sus habitantes.
Un país adopta una moneda extranjera como oficial cuando pretende estabilizar sus variables monetarias. Al ser el dólar una moneda estable, transmite dicha estabilidad al nivel de precios, da confianza en las transacciones y facilita los intercambios con los mercados internacionales. Además de El Salvador hay otros países que incluyeron al dólar como moneda oficial, entre ellos Ecuador. La desventaja de “dolarizar” una economía es que se renuncia a la soberanía de política monetaria; también puede elevar los precios internos y generar mercados negros.
Otros países han desarrollado estrategias más complejas como la circulación de dos monedas locales, como Cuba que hasta este año tenía un peso cubano y uno convertible. Algunos países más han recurrido a adoptar monedas digitales como Venezuela que creó el Petro, sólo que este sí tiene un respaldo en el valor de la producción petrolera.
Como ya señalamos, la adopción de otras monedas como oficiales se hace con el fin de estabilizar la economía, pero en el caso de El Salvador se está adoptando una moneda muy volátil. En la gráfica 1 se observa que el Bitcoin sextuplicó su valor y luego lo redujo a la mitad en el periodo de un año.
Elaboración propia con valores del mercado
Una moneda con tales disparidades tendrá efectos negativos en los precios, por ejemplo: una persona que venda su casa en 60 mil dólares recibirá 1 bitcoin; pero si éste cae a 30 mil dólares habrá perdido la mitad de su patrimonio. El gobierno salvadoreño ha dispuesto un fondo para garantizar la convertibilidad, pero al final el problema lo absorberán las finanzas públicas, en otras palabras, el pueblo con sus impuestos.
Otro reto para los salvadoreños es que sólo el 30% tiene acceso a internet, por lo que estas transacciones sólo beneficiarán en el corto plazo a grandes empresas que podrían jugar especulativamente y aprovecharse del fondo de convertibilidad del gobierno. También se enfrentan al ambiente de inseguridad y violencia, dado que el Bitcoin no puede ser rastreado, sería el medio favorito de secuestradores y extorsionadores.
Se tendrá que pensar en las personas más pobres. La adopción de esta moneda estimulará el apetito especulativo y podría haber escasez artificial de productos; una empresa escondería sus mercancías cuando el Bitcoin caiga y las sacaría cuando la moneda suba. Como los salarios no se pagarán en Bitcoins será la clase trabajadora la más afectada.
Estaremos siguiendo este experimento, pero podemos adelantar resultados desfavorables. No se han preparado las condiciones institucionales para la adopción del Bitcoin y parece más bien un capricho por la forma tan precipitada de hacerlo. Ojalá y no empobrezca más a la región.
*Profesor-Investigador Facultad de Negocios, Universidad La Salle México
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Twitter: @BandalaCarlos