Amable lector, no está usted para saberlo ni yo para contarlo, pero en el fraccionamiento donde tienen todos ustedes su humilde casa muchas veces se viven momentos tensos por las decisiones que toman los administradores.
Estos problemas no tienen razón de ser por una simple razón: la flojera de algunos vecinos por participar en las reuniones donde se toman estas decisiones.
En la última junta, solo llegamos 20 residentes de las 64 casas existentes en este conjunto habitacional. Se votaron algunos temas y se tomaron decisiones con menos del 50 % de los vecinos presentes.
¿Qué pasó?
Pues de inmediato esos vecinos que no se pararon por la reunión comenzaron a protestar por las decisiones tomadas y porque no se les consultó, cuando su flojera, dejadez y sobre todo falta de responsabilidad social son las verdaderas culpables de que su voz no sea escuchada.
Eso mismo, estimado lector, sucederá si usted no toma su credencial de elector, su cubrebocas, su gel antibacterial y camina hasta su casilla para cumplir con un deber cívico que todos tenemos: el votar.
Sí, ya sé que muchos de ustedes dirán que ahora no hay un “ya sabes quién” para apoyar, a un “canallín” para “bullear” o a un priista a quien atacar.
Pero el elegir representantes en los congresos local y federal, así como presidente municipal, es algo que toma una gran importancia en los tiempos que vivimos, con diversos representantes populares que se eligieron visceralmente y sin análisis previo.
Y es nuestra culpa como sociedad inmadura que se tengan diputados que pasan más tiempo en tik-tok o durmiendo que legislando, que tengamos senadores más interesados en una campaña en 2024 que en cumplir su labor y que existan alcaldes más dedicados a ofenderse que a defender los intereses de la sociedad.
Dicen que tenemos el gobierno que merecemos y es verdad. Por este motivo es urgente que maduremos como sociedad y dejemos las sandeces de lado para hacer una elección pensada y sobre todo bien analizada.
Es tiempo de dejar las quejas y asumir el papel que nos corresponde como ciudadanos, pues gran parte de los errores que se cometen desde el servicio público son culpa nuestra… por irresponsables, dejados y flojos.