Durante 40 años solo fue posible investigar con embriones hasta 14 días tras su fertilización. Al feto se le consideraba a partir de entonces humano e individuo y, por tanto, no apto para experimentos. Un panel internacional de científicos propone ahora extender el límite para saber más sobre el momento más crucial de su desarrollo.
Cuarenta y cinco científicos de la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madres han retirado su apoyo a la norma internacional de los 14 días.
La norma ha sido objeto de controvertido debate por las implicaciones éticas y morales de experimentar con embriones. Frente a quienes consideraban que los embriones humanos gozaban del estatus de persona y, por tanto, eran vidas que proteger, se alzaban aquellos que recordaban la oportunidad que brinda a la ciencia el poder investigar el desarrollo humano.
Como explican en ScienceAlert, saltarse la norma de los 14 días permitiría aprender sobre "el crecimiento de las células cancerosas, las enfermedades congénitas y las causas de los abortos espontáneos". También sobre "el desarrollo de anticonceptivos, el diagnóstico de enfermedades genéticas y el tratamiento de la infertilidad".
Las nuevas directrices de la Sociedad fueron publicadas el 26 de mayo, y en ellas ya no queda rastro de la regla de los 14 días, a diferencia de su última revisión de 2016. Ahora recomiendan que "las academias nacionales de ciencias, las sociedades académicas y los reguladores" impliquen a la opinión pública en cuestiones científicas, sociales y éticas relacionadas con el límite de los 14 días y sobre los motivos que empujan a la comunidad científica a ampliar dicho plazo.
Las dos semanas que durante más de 40 años rigieron el estudio de embriones tienen su razón de ser. Fueron acuñadas porque en 1979 era imposible que un laboratorio lograse desarrollar un embrión humano in vitro con las técnicas de antaño más de cinco días. Sin embargo, actualmente existen laboratorios capaces de llegar a los 13, y se ven obligados a detenerse entonces debido a las limitaciones.
En 1979, el Consejo Asesor de Ética del Departamento de Salud, Educación y Bienestar de Estados Unidos emitió —tras una amplia consulta pública— un informe que apoyaba el investigar con embriones humanos con ciertos límites. Siempre y cuando los embriones no se mantuvieran "in vitro más allá de la fase normalmente asociada a la finalización de la implantación", como se conoce a la fase embrionaria de los 14 primeros días.
Cinco años más tarde, el Informe Warnock del Comité de Investigación sobre la Fertilización Humana y la Embriología en el Reino Unido llegó a una conclusión similar. Sin embargo, en este informe se hacía hincapié en un fenómeno biológico diferente: la aparición de la veta primitiva (precursora del cerebro y de la médula espinal), que se forma 14 o 15 días después de la fecundación. Y es que a partir de entonces y hasta los 28 días de desarrollo embrionario tiene lugar la gastrulación, un proceso que atraviesan otras especies animales pero que nunca se ha podido estudiar en humanos. Como explica Robin Lovell-Badge, miembro del panel de la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madre, "podríamos evitar abortos espontáneos y malformaciones si fuésemos capaces de entender lo que funcional mal" durante la gastrulación.