Son las 9:00 AM del domingo 6 de junio y “Don Edgar” llega a la improvisada sede de “su” partido convencido de que la fiesta que se vivió en 2018 se repetirá este día que pinta para ser soleado.
Avanzan las horas y los votantes comienzan a llegar a las casillas. Aunque la participación no es masiva, los poblanos están respondiendo al llamado y sobre todo en la capital, con cubrebocas incluido, salen a votar.
El día soleado que se esperaba se comienza a nublar pasado el mediodía y ya por la tarde se aproxima una tormenta electoral que pinta para ser destructiva para “Don Edgar”.
“¿Cómo van nuestros futuros diputados federales?”, pregunta muy ufano “Don Edgar”.
“De la chi… camarada. Nos van dando la vuelta”, le responden.
“Don Edgar”, nervioso, limpia sus lentes y esboza una sonrisa nerviosa mientras sale a la calle para hablar por teléfono.
“¡Cómo que nos van dando la vuelta, carajo! Todos los operadores se comprometieron a llevarnos votos”, dice molesto “Don Edgar”.
“Pues sí, camarada, pero la mayoría se sienten traicionados por ti y ya nos la aplicaron”, le responden.
Pasan las 17:00 horas y se acerca el momento de cierre de casillas cuando entra a la sede del partido uno de los incondicionales de “Don Edgar”.
“¡Don Edgar, nuestros camaradas nos traicionaron! ¡Ya se nos fue de las manos la capital en el Congreso!”, le dicen.
“Don Edgar” no dice nada y se torna pálido cuando suena su celular con una llamada de la presidencia nacional del nuevo partidazo.
Con voz entrecortada y casi susurrando, “Don Edgar” trata de explicar lo sucedido y a lo lejos se nota como niño regañado de escuela primaria.
Pero termina la conversación diciendo: “Lo bueno que se me va a hacer entrar a mi pluri”.
Antes de que se cierren casillas y se confirme como el peor dirigente partidista en años, “Don Edgar” sale presuroso de la sede de “su” partido.
Se esconderá por largos meses y a lo lejos aceptará dejar la presidencia estatal.
Eso sí, en el momento del cambio de legislatura será el primero en llegar, con las manos lavadas y haciéndose el desentendido del desastre que en “su” partido dejó.